Agua Bendita, México, 26 de noviembre.- Pequeños propietarios mexicanos de tierras, que manejan bosques colectivamente, dicen que están logrando beneficios con una tala selectiva pues permite controlar las emisiones de carbono, clave en las discusiones sobre el cambio climático.
Once comunidades que comparten un aserradero en el pueblo de Agua Bendita en el central Estado de México, que procesa tablones para fabricar muebles y para la construcción, dicen que se captura más carbono cortando árboles y plantando nuevos que dejando los bosques intactos.
"Los bosques aquí tienen un dueño y los dueños tienen el derecho a hacer el aprovechamiento", dijo Fernando Canto, un técnico de la cooperativa forestal que determina qué árboles pueden ser cortados.
El tema de permitir o no que los bosques sean conservados sin tocarlos estará en el centro de las negociaciones por un acuerdo para frenar el cambio climático global, en una reunión que se llevará a cabo en el centro turístico mexicano de Cancún la semana próxima.
Según los estudios más recientes, el corte y quema de bosques contribuye con cerca de un 10 por ciento de las emisiones de gases invernadero, que los científicos dicen son el origen del aumento del nivel de los mares y de la temperatura global.
Los países ricos están pidiendo fondos para un esquema respaldado por las Naciones Unidas para proteger a los bosques y así reducir las emisiones que produce la deforestación y la degradación del suelo.
El proyecto, conocido como programa REDD, podría permitir la puesta en marcha del comercio global de carbono con créditos por unos 30,000 millones de dólares al año.
La tala selectiva y el manejo de bosques captura más carbono en promedio que los parques nacionales, de acuerdo con un estudio divulgado esta semana por la Iniciativa Derechos y Recursos, con sede en Washington, y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.
En los bosques con tala controlada y plantación de árboles nuevos se captura un mínimo de 98 toneladas de carbón por hectárea, cerca de 50 por ciento más que que la cantidad capturada por los árboles en reservas, según el estudio.
Esto podría significar una mayor cantidad de carbono para ser comercializado por parte de México si los propietarios pueden probar que estar protegiendo los recursos.
Las corporaciones y gobiernos que han invertido en los mercados de carbono han sido enfáticos en que el carbono debe ser una mercancía totalmente comercializable. Los bonos de carbono deben poder venderse en los mercados secundarios y de derivados, participar en los índices de precios y cotizaciones junto con el petróleo o el trigo, y comprarse tantas veces como se quiera, cotizar en bolsa y entrar a mercados de especulación. Para algunos analistas, el carbono puede ser el próximo activo tóxico.
Las comunidades y gobiernos que vendan sus certificados de carbono por reducción de emisiones en el mercado primario pueden verse imposibilitadas de recuperar sus bosques puestos como garantía, cuando sus certificados sean parte de los mercados de derivados.
Pero además este programa tendrá efectos directos sobre la vida de las comunidades forestales y pueblos indígenas que habitan y dependen de los bosques. En los países del sur los bosques en su mayoría son propiedad de los estados: en África, 98 por ciento; en Asia, 66 por ciento; en Latinoamérica, 33 por ciento, mientras que una mínima parte es propiedad de comunidades y pueblos indígenas. No obstante, esos bosques de propiedad estatal son el hogar de miles de pueblos nativos, que dependen de ellos para reproducirse como tales. México es una excepción, ya que como conquista de las luchas sociales, 59 por ciento de los bosques son propiedad de las comunidades y pueblos indígenas; 34 por ciento están en manos privadas, y sólo 8 por ciento son propiedad del Estado.
No obstante, en México algunas organizaciones forestales están interesadas en promover el REDD++, que incluye un componente de manejo sustentable de los bosques y de conservación de reservas de carbono. Aunque sería justo y deseable que las comunidades forestales fueran compensadas por su excelente manejo y cuidado de los bosques y por el importante papel que éstos cumplen en tiempos de crisis climática, los efectos de la política ambiental sobre los pueblos nativos prenden focos rojos que atender. La política ambiental parte del supuesto de que la conservación viene de fuera, a pesar de la evidencia histórica que demuestra que los sitios naturales mejor conservados coinciden con los territorios indígenas en el país. Es la cosmovisión de los pueblos indígenas la que ha permitido la conservación de su hábitat y no las reglas ni prohibiciones de los administradores de la política ambiental internacional y nacional.
Las áreas naturales protegidas son el corolario de una política de colonización y despojo. Atentan directamente contra la propiedad social y son un instrumento moderno para expropiar el derecho de los pueblos indígenas sobre sus territorios. En un país que continúa negando el derecho a la autonomía de los más de 56 pueblos indígenas, el REDD++ se coloca como un nuevo instrumento de enajenación del control de los pueblos indígenas sobre su territorio. Las áreas protegidas de carbono que el REDD++ establecerá tendrán los mismos efectos que cualquier otra área natural protegida, en tanto que los pagos por manejo sustentable del bosque son el señuelo para que las comunidades y pueblos indígenas lo acepten.