Ayer celebró 20 años de fundación
Principal labor del Instituto es catalogar a los seres vivos del territorio nacional
Estudio de la biodiversidad genera productos positivos para el ser humano
Pablo Fonseca Q. | pfonseca@nacion.com
La Nación, Costa Rica, 2009/10/27
El Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) quiere que la diversidad de las especies en Costa Rica se convierta en el eje de nuestra cultura, educación y desarrollo productivo en los próximos años.
Este es el norte esbozado ayer durante la celebración oficial del 20 aniversario de esta institución privada sin fines de lucro, cuyo objetivo general ha sido conocer y salvar las distintas especies de seres vivos que existen en nuestro territorio y averiguar cómo el ser humano puede aprovecharlos.
“El INBio tiene un sueño para los próximos años: convertir la biodiversidad en el eje de nuestra cultura, de nuestro proceso educativo y de nuestros procesos empresariales”, declaró ayer Rodrigo Gámez, presidente del INBio y la figura científica que mejor lo representa.
“El tema de la biodiversidad es cada día más importante. Ahora comprendemos mejor que antes lo que estamos perdiendo y las consecuencias de esa pérdida”, señaló el científico.
“Habrá que acelerar la tasa en que generamos conocimiento sobre el estado de la biodiversidad y su cambio a través del tiempo”, añadió.
Creación. Durante su discurso, Gámez recordó que, aunque la idea venía dando vueltas desde la década de 1970, no fue sino hasta 1989 cuando el INBio vio la luz.
La figura legal que cobija la institución es una asociación privada, sin fines de lucro, pero de interés público.
Entre los miembros fundadores –además de Gámez– estuvieron Óscar Castro Castillo, Danilo Elizondo Cerdas, Luis Diego Gómez Pignataro, Luko Hilje, Carlos Valerio Gutiérrez, Daniel Janzen, Jorge León Arguedas, Sergio Salas Durán, Álvaro Sancho Castro y Ricardo Soto Soto.
La sede para comenzar el trabajo fue una vieja bodega en lo que entonces era un cafetal en Santo Domingo de Heredia, la cual con los años se terminó convirtiendo no solo en la sede de modernas instalaciones, sino también en la sede del Inbioparque, uno de los productos de esta organización más conocidos por el público en general.
Ahí se comenzó con el trabajo de contabilizar y estudiar las especies de insectos, plantas, hongos, bacterias y todo ser vivo del territorio tico. Ahora, 20 años después, existen más de 3,5 millones de especímenes catalogados en su colección. La información sobre la biodiversidad tica es pública mediante el sitio web http://darnis.inbio.ac.cr/
El INBio también ha ayudado como asesor en la elaboración de la legislación ambiental costarricense, como por ejemplo la Ley de Biodiversidad.
Buena parte del INBio se ha logrado mediante convenios con universidad internacionales y otros centros científicos de alto nivel, así como con empresas privadas.
El trabajo del INBio ha dado frutos muy prácticos: distintas sustancias salidas de la naturaleza han mejorado los procesos productivos, especialmente de empresas medianas y pequeñas y ya se venden, por ejemplo, pastillas con el extracto que hace del tilo una planta con propiedades tranquilizantes.
Durante estos años, el INBio y sus iniciativas han sido reconocidos con distintos premios, como el Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica, en 1995.
Retos. Gámez cree que el cambio climático es uno de los retos más importantes que deberá enfrentar el país y en el cual el trabajo del INBio estará presente. “Costa Rica tiene un punto débil: la mayor parte de su energía es producida hidroeléctricamente y los patrones de lluvias van a cambiar”, dijo.
Además, cree que la investigación en la biomímesis, la imitación de patrones que se encuentran en la naturaleza y se pueden utilizar en productos humano, debe ganar espacio en el Instituto.
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