Escrito por Gabriela Guerra Rey (*) lunes, 14 de septiembre de 2009
14 de septiembre de 2009, 01:05
México (PL) En México se deforesta cada año desde el 2001 unas 314 mil hectáreas de bosques, selvas y zonas áridas, advierte un estudio sobre el tema divulgado en esta capital.
Esta cifra recuerda que una de las amenazas recién mencionadas por el gobierno para la seguridad nacional, son los daños medioambientales y el cambio climático.
Un editorial de El Universal, revela los resultados de las investigaciones del biólogo José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Su trabajo arroja espeluznantes datos, sin embargo, en cuanto a las zonas devastadas, los ambientalistas proporcionan peores números.
En su opinión el promedio anual de pérdida supera las 500 mil hectáreas (del total de 56 millones), lo cual coloca a México en el cuarto país más sufrido en su entorno a nivel mundial.
De manera pragmática, el estudio de Sarukhán, Transformación de los Sistemas Naturales de México del Instituto Nacional de Ecología, advierte que la mitad de la cobertura vegetal ha sido eliminada, con la consecuente e irreversible transformación de ecosistemas.
Los causantes son el desarrollo agropecuario, ganadero y el crecimiento de las zonas urbanas inicialmente, que arrasaron desde hace varias décadas con cientos de especies de flora y fauna.
Estas, por sus características endémicas, desaparecieron del planeta en unos cuantos lustros, según investigadores.
Además de las enormes pérdidas de bosques tropicales húmedos, templados, zonas áridas y desiertos naturales, se hace una mención especial a la extinción de humedales, fundamentalmente manglares, catalogados como uno de los ecosistemas más variados.
La investigadora Patricia Koleff, directora de Técnica y Análisis de la Conabio, ha alertado que, de las selvas del sureste de México lo que queda son pequeños remanentes, lo cual podría considerarse como unos cuantos parches fragmentados.
De no revertirse esta tendencia vamos a ser la generación que documente la pérdida de capital natural que son las selvas, otro de los jugosos ecosistemas del mundo, señaló.
La especialista destacó que además del desarrollo humano como causante de la eliminación de áreas naturales, las últimas administraciones federales del país tienen también sus culpas.
En el Poder Ejecutivo han apostado por una política sustentada en el modelo de desarrollo económico, sin atender al medio ambiente como parte de un capital de todos los mexicanos, comentó Koleff.
El estudio denuncia que no se ha sabido valorar en su justa medida los beneficios de los recursos naturales.
México es una de las 12 naciones del orbe consideradas como mega diversas, pese a que representa solo un uno por ciento de la superficie terrestre.
Según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, los programas gubernamentales de colonización y desarrollo, y el cambio de uso de suelo hacia actividades agropecuarias, son fuentes principales de pérdida de superficie forestal a nivel mundial.
También figuran la explotación comercial desmedida y la extracción ilegal de madera de los bosques.
Para el caso mexicano, señaló, la Comisión Nacional de Desmonte, creada en los años 70 del pasado siglo, y que estuvo vigente 10 años, se dedicó a deforestar bosques y selvas a como diera lugar.
Al respecto, Sarukhán comentó que en ese momento se pensaba que había que abrir la frontera agrícola, en vez de analizar cómo hacer para tener rendimientos más altos con menos daños ecológicos.
Adicional a los desgastes medioambientales con terribles consecuencias para el país, históricamente rico en biodiversidad, se plantea la crisis del agua.
En estos días el gobierno advirtió que puede ser motivo de conflictos si no hay un manejo integral y sustentable de este recurso.
La actual sequía está haciendo severos estragos en gran parte del territorio nacional, incluyendo directamente dentro de sus víctimas a los campesinos, productores agrícolas y ganaderos, y finalmente a las poblaciones más pobres que dependen de esos medios de subsistencia.
Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace, señala que la captación de agua por los sistemas naturales ha bajado cada vez más por la reducción de las áreas boscosas.
De manera general, los expertos prevén el desastre evidente, pues la deforestación ocasiona la pérdida de la riqueza biológica, pone en riesgo el abasto de agua y además acelera el cambio climático.
Se estima que un 20 por ciento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero a nivel mundial provienen de la pérdida de los ecosistemas forestales, que desaparecen a un ritmo de 13 millones de hectáreas cada año en el mundo.
Las consecuencias son fatales para los mil millones de hambrientos que hay en el planeta, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Al tiempo, los perjuicios económicos están estimados en unos 20 años en alrededor del 20 por ciento del Producto Global Bruto, mientras que encarar los daños puede costar apenas entre dos y tres por ciento.
(*) La autora es corresponsal de Prensa Latina en México.
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