miércoles, diciembre 01, 2010

redd: la verdad en blanco y negro

friends of the earth, international secretariat

Resumen
Cuando de cambio climático se trata, REDD es la atracción del día. La “Reducción de las Emisiones derivadas de la deforestación en los países en desarrollo” ofrece una posibilidad tentadora de mitigación del cambio climático, conservación de la biodiversidad amenazada, y fondos de desarrollo necesarios para los Pueblos Originarios empobrecidos y las comunidades locales dependientes de los bosques – a la vez que ofrece asimismo ganancias significativas a
los inversionistas. Lo que incita inmediatamente a preguntarnos: ¿es acaso REDD demasiado bueno para ser cierto?

La respuesta, desafortunadamente, es afirmativa. Aunque REDD quizás beneficie a algunas comunidades y la biodiversidad en algunas zonas, en general se está desarrollando como un
mecanismo que tiene el potencial de exacerbar la inequidad, produciendo grandes ganancias para las empresas y otros grandes inversionistas y generando pocos beneficios e incluso grandes desventajas para los Pueblos Originarios y otras comunidades dependientes de los bosques. Además, todo parece estar dispuesto para que REDD sea apenas una distracción peligrosa e ineficiente de la tarea de implementar verdaderas políticas efectivas centradas en la mitigación y adaptación al cambio climático.

Los estudios de caso que se incluyen en este informe muestran que hay una gran carrera en curso en pos de REDD. También muestran que los proyectos REDD varían de manera significativa, dependiendo del país en el que son implementados y los objetivos de los patrocinadores de los proyectos. Algunos proyectos están diseñados más concienzudamente, mientras que otros están claramente enfocados en maximizar las ganancias. Sin embargo, incluso en el mejor de los casos, los Pueblos Originarios están encontrando muchísimas dificultades para que se los escuche o para que REDD los beneficie de manera equitativa.

Además, las voces críticas de REDD son a menudo excluidas de las consultas, y sus aportes son dejados de lado. Asimismo, algunos inversionistas están tratando obviamente de apurar el proceso de toma de decisiones, aunque esto signifique presionar a los negociadores o saltearse partes de procesos previamente acordados, tales como las consultas.

Una de las conclusiones más claras es que las grandes empresas transnacionales, especialmente aquellas involucradas en el sector de la energía o industrias de energía intensiva, están acogiendo a REDD con beneplácito ya que les ofrece -quizás más que nadie- una verdadera oportunidad de ganancias en todo sentido. A través de REDD, pueden presentarse como líderes de la lucha contra el cambio climático, aunque en realidad continúan extrayendo combustibles fósiles e incluso expandiendo las operaciones. Al mismo tiempo, recibirán ganancias de REDD en el entorno de los cientos de millones de dólares.

En muchos países hay gran incertidumbre acerca de la tenencia de tierras y los derechos de carbono, y en algunos parece que REDD está incluso ensuciando aun más estas aguas. En general, el gran riesgo es que REDD resulte en la privatización de los recursos forestales del mundo, que pasarían así de manos de los Pueblos Originarios y las comunidades locales a manos de banqueros y comerciantes de carbono.

También hay un debate emergente acerca de si REDD puede funcionar realmente en base a proyectos, y hay dudas asimismo sobre la complejidad y conveniencia de aplicarlo a nivel nacional.

Sin una disminución de la demanda de materias primas agrícolas estandarizadas y madera, es muy posible que los proyectos REDD no cumplan su cometido, ya que las actividades de deforestación podrían simplemente mudarse a otro lado. De otra parte, aplicado a nivel nacional, REDD podría implicar que se recompense a todos aquellos involucrados en actividades dañinas para los bosques, trátese de comunidades y agricultores de subsistencia que luchan por sobrevivir o de empresas madereras o de producción de aceite de palma ansiosas de aprovechar convenientemente esa nueva fuente de ingresos.

Si además se vincula a REDD con los mercados de carbono, la implementación ampliada de REDD a nivel nacional también multiplicaría los riesgos que supone depender de las oscilaciones de los precios y los mercados de carbono, que podrían eventualmente llegar a paralizar la maquinaria de REDD y provoca dificultades económicas a nivel nacional.

Finalmente, estos estudios de caso muestran que ya se están desarrollando proyectos piloto de REDD y legislaciones relacionadas con REDD que incluyen monocultivos de árboles y SFM o manejo forestal sustentable (es decir, tala ininterrumpida); muchos de ellos además suponen o crean vínculos entre REDD y los mercados de carbono. Aunque todavía no se llegó a un acuerdo sobre esto dentro de la CMNUCC. Eso plantea dos interrogantes más: ¿se permitirá acaso que la existencia de los proyectos REDD actuales defina los parámetros de cualquier acuerdo futuro sobre REDD en la CMNUCC? De otra parte, ¿permitirán acaso los gobiernos el establecimiento de una forma antitética de REDD que las empresas forestales puedan utilizar para sustituir bosques primarios por filas apretadas de árboles de crecimiento rápido bajos en carbono?

El acuerdo sobre REDD que se está negociando actualmente -con su débil ambición de “reducir las emisiones” provenientes de la deforestación, y su inclusión de la tala ininterrumpida y las
plantaciones, todo ello con financiamiento derivado de volátiles mercados de carbono- no es el enfoque sólido, equitativo y definitivo que se necesita en estos tiempos tan inciertos. Es importante tener en cuenta que muchos de los problemas señalados en este informe son incluso evidentes en las solicitudes y los proyectos ya acreditados por la Alianza para el Clima, Comunidad y Biodiversidad (CCBA).

Si los gobiernos pretenden mitigar con éxito el cambio climático encarando para ello el tema de la deforestación, tienen que acordar un mecanismo equitativo cuyo propósito sea ponerle punto final a la deforestación mediante la reducción de la demanda de productos agrícolas y madera, y que desactive a otros agentes subyacentes de la deforestación. Tal mecanismo debe recompensar a aquellos que ya han conservado sus bosques y basarse en las experiencias de los Pueblos Originarios y comunidades de todo el mundo, que ya saben cómo manejar y beneficiarse de los bosques de manera sustentable.

Hay muchas lecciones por aprender.

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