martes, abril 27, 2010

Plantar las semillas del crecimiento de África

WEST LAFAYETTE, INDIANA – Tras décadas de malas noticias, al menos tres tendencias importantes están cambiando las perspectivas de África: las políticas agrícolas, los cambios demográficos en el ámbito rural y la productividad agrícola apuntan a mejores oportunidades para las familias campesinas en todo el continente. Son tendencias que avanzan demasiado lento como para aparecer en los titulares noticiosos, pero si se las mira acumulativamente ofrecen rendimientos mucho mayores de la inversión pública y privada en la agricultura y el desarrollo rural.

Cada país enfrenta un conjunto de circunstancias diferente cada año. Las novedades reciben la mayor atención, como la posibilidad de que los inversionistas extranjeros puedan controlar grandes áreas de tierra cultivable. La diversidad espacial también es importante, porque implica que cada lugar difiere del promedio total. Sin embargo, para África como un todo, en el último tiempo al menos tres lentas tendencias han tenido puntos de inflexión que ofrecen nuevos y revolucionarios incentivos para empresarios y gobiernos.

El primer punto de inflexión es político. Datos recientes de un estudio del Banco Mundial que compara las políticas agrícolas alrededor del mundo desde 1955 muestran por primera vez lo mucho que han avanzado los gobiernos africanos para reducir los costes que significan para los campesinos las barreras arancelarias, las juntas de regulación de precios y otras intervenciones impuestas por regímenes anteriores (www.worldbank.org/agdistortions). Las distorsiones en los precios inducidas por las políticas africanas llegaron a su punto culminante a fines de los años 70, y desde entonces las reformas han eliminado cerca de dos tercios de esa carga, facilitando de gran manera el crecimiento de la productividad y el alivio de la pobreza. Otras reformas adicionales podrían significar más beneficios, pero hoy por hoy ha desaparecido gran parte de las limitaciones impuestas a los campesinos africanos por los gobiernos poscoloniales.

La segunda transición es demográfica. Los datos censales compilados en las últimas revisiones de las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas revelan las implicancias de la historia africana, que poco a poco van quedando en evidencia. Los hogares africanos tuvieron acceso a la medicina moderna mucho más tarde y de manera mucho más repentina que la población de otras regiones. La mejora resultante en los índices de supervivencia infantil y crecimiento de la población durante los años 70 y 80 fue más rápida que la que se había visto con anterioridad en Asia o América Latina.

Los pueblos y ciudades de África han estado creciendo a ritmos que se cuentan entre los mayores del mundo, pero su tamaño absoluto es tan pequeño que pueden absorber apenas una fracción de los nuevos trabajadores. En consecuencia, la población rural de África ha estado creciendo de manera más rápida y prolongada que cualquier otra en la historia humana, con un declive correspondientemente rápido y prolongado de la cantidad per cápita de tierra y otros recursos naturales. Más aun, el aumento de la supervivencia infantil en el periodo posterior a la independencia generó un crecimiento de los índices de dependencia infantil, que también llegaron a niveles históricamente sin precedentes en los años 70 y 80.

Las cargas demográficas de África comenzaron a alivianarse en los años 90, gracias a la reducción gradual de los índices de fertilidad y la constante urbanización. Como se había visto antes en Asia, la reducción del ritmo de crecimiento de la población rural y la menor carga de cuidado infantil crea una ventana de oportunidad para que las nuevas inversiones generen mayores aumentos de la producción per cápita de año en año.

El tercer punto de inflexión es tecnológico: las estimaciones nacionales de productividad de los cultivos de cereales muestran cómo, tras décadas de estancamiento durante la revolución verde de Asia, el rendimiento agrícola africano ha crecido de manera regular en la última década, por lo que la producción estimada de cereales per cápita hoy equivale a la del Sur de Asia.

El comienzo de este cambio se puede vincular con las otras dos tendencias, como el resultado acumulativo de políticas más favorables y una mayor mano de obra por hectárea, pero también podría reflejar la difusión gradual de nuevas variedades de cultivos, como consecuencia de inversiones previas en tecnología rural. La entrada de ayuda extranjera para estimular la producción agrícola no aumentó sino hasta después de la crisis alimentaria mundial de los años 70, y alcanzó su máximo a fines de los 80, generando resultados algunos años más tarde.

En su conjunto, la política africana, los factores demográficos y la demora en la llegada de las nuevas tecnologías representaron importantes vientos en contra del crecimiento de la producción agrícola per cápita en el último cuarto del siglo XX. Sin embargo, la perspectiva para el futuro es que, a medida que estos vientos se disipen, será más fácil lograr un mayor crecimiento y una más veloz reducción de la pobreza.

Por supuesto, no hay garantías de que esto ocurra. Entre los motores del crecimiento se encuentra la inversión pública y privada, particularmente para las nuevas tecnologías que se necesitan para elevar la productividad agrícola. Las iniciativas que se han llevado a cabo en el pasado han sido víctimas de su propio éxito: a medida que el explosivo aumento de la investigación y desarrollo en el ámbito agrícola en los años 70 y 80 generaba una abundancia mundial de alimentos en los años 90 y la primera década del siglo XXI, los donantes extranjeros prefirieron centrarse en otras prioridades, y su apoyo per cápita para la agricultura africana cayó a niveles históricamente mínimos en 2006, a cerca de un dólar por año. La crisis alimentaria mundial de 2007-2008 significó un final brutal de esa complacencia, y muchos inversionistas han prometido un nuevo énfasis en la agricultura, pero la prueba de ello será el gasto que realmente hagan.

La agricultura africana sigue enfrentándose a serios desafíos. Los nutrientes del suelo se están agotando, la humedad del mismo está disminuyendo, las temperaturas aumentan y las presiones de las enfermedades están empeorando. Afortunadamente, hay disponible una creciente cantidad de soluciones a través de innovaciones locales cada vez mejor adaptadas a las necesidades específicas de África.

En un continente tan diverso y volátil como es África rara vez se sostienen por demasiado tiempo las generalizaciones y predicciones. Sin embargo, los países africanos sí tienen algunas cosas en común: las mejoras generalizadas de las políticas agrícolas, las mejores condiciones demográficas y la disponibilidad de nuevas tecnologías crean nuevas oportunidades para la década futura. Estas tres megatendencias posicionan a los campesinos africanos mejor que nunca antes para aprovechar el aumento de la inversión pública y privada.

A medida que se eliminan gradualmente los obstáculos creados por las políticas de los gobiernos anteriores y el crecimiento de la población en décadas pasadas, la adopción de innovaciones exitosas generará rendimientos cada vez mayores y un crecimiento per cápita más rápido. Para los inversionistas, los mayores obstáculos tienen relación con la información: ¿qué funciona mejor, y en qué circunstancias? Se está pudiendo disponer de nuevas fuentes de datos sobre los impactos relativos, y hay una enorme necesidad de ellas.

Los gobiernos, donantes y otros inversionistas todavía pueden tomar malas decisiones, pero existen oportunidades sin precedentes para un crecimiento de alto rendimiento. Si los financistas se dan cuenta de ello, los campesinos van a responder, y el año 2010 podría marcar el inicio de una brillante nueva era en la agricultura africana.

Copyright: Project Syndicate, 2010.
www.project-syndicate.org
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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