José Luis Lezama
Conforme el virus A H1N1 se disemina, más se aprende de sus características, de sus vínculos con la economía y la política y de lo que las instituciones nacionales e internacionales hicieron o dejaron de hacer desde sus primeras manifestaciones. Se sabe ya que su destructividad no es tan grande, si se diagnostica y se atiende a tiempo. El doctor S. Dowell del CDC señaló que la influenza estacional produce 36 mil muertes en ese país (The NYT, 2/V/2009), en tanto que el actual virus ha causado sólo dos. Julio Frenk, director de
Lo único cierto actualmente son las hipótesis. Una sostiene que el paso del virus de los cerdos a los humanos ocurrió a principios de año en
Reforzando lo anterior, otra hipótesis culpa a la forma masiva, artificial y antihigiénica que ha tomado la producción mundial de alimentos. Los métodos modernos de crianza cambian las dietas de los animales, recurren a hormonas, antibióticos y otras sustancias, así como a la ingeniería genética para aumentar la productividad. El hacinamiento en el que se reproducen los animales, el estrés, la sobrealimentación y el abuso de medicamentos destruyen sus sistemas inmunológicos, generan y diseminan enfermedades. El caso de la compañía americana Smithfield Foods, cuya filial Granjas Carroll en
Los vínculos del virus con la economía los vemos en las protestas de los productores de carne de cerdo que influyeron para renombrar como A H1N1 al virus de la influenza porcina. Se aprecian también en la presión de las aerolíneas internacionales para evitar el cierre total del tráfico aéreo con México, en la negativa del gobierno de Estados Unidos para cerrar la frontera con México por donde transita una parte sustancial del comercio mundial y en la prohibición del gobierno chino para importar carne de cerdo de sus competidores mexicanos. En lo político los partidos mexicanos hicieron proselitismo con la epidemia. La oposición primero criticó al gobierno por su respuesta tardía y después por sobredimensionarla. El presidente Calderón aprovechó para decirle al mundo que sus medidas no sólo salvarán a los mexicanos sino también a la humanidad.
El secretario de Salud del Reino Unido es partidario de propiciar, más que de evitar, el contagio para crear inmunidad (The Guardian, 7/V/2009). Lo cual para el doctor R. Besser del CDC es altamente riesgoso y no recomendable (The NYT, 8/V/2009). No es lo mismo vivir con el A H1N1 en México que en el mundo desarrollado. Francia tiene hoy día reservas de antivirales para ser distribuidas inmediatamente al 52 por ciento de su población, el Reino Unido para el 50 por ciento, Japón para el 45 por ciento, Estados Unidos para el 25 por ciento, Canadá para el 17 por ciento y México para el 1 por ciento. Imaginemos un escenario en México donde se propiciara un mayor contagio para crear anticuerpos y estar mejor preparados para cuando el virus regrese a fin de año más fortalecido. Qué pasaría con los millones de mexicanos que viven en extrema pobreza, desnutridos y con un sistema de salud incapaz de diagnosticar la enfermedad, de atender con eficiencia a las víctimas y sin medicamentos disponibles. No hay suficientes evidencias para sostener que en México se sobredimensionó el problema. Sí para decir que el mayor número de muertes se debe a que somos social, institucional y médicamente más vulnerables.
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