sábado, octubre 02, 2010

Los deslaves en Oaxaca y Chiapas fueron por la tala clandestina

La Jornada, Viernes 1º de octubre de 2010, p. 41

Los recientes deslaves ocurridos en Oaxaca y Chiapas han sido provocados, entre otros factores, por el debilitamiento de laderas que ha causado la tala clandestina en los ecosistemas montañosos, afirmó el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Juan Rafael Elvira Quezada.

Durante un recorrido por la octava Expo Forestal México Siglo XXI, que se inauguró hoy y permanecerá hasta el 3 de octubre, el funcionario explicó que debido al aprovechamiento ilegal y no sustentable de la madera, se han producido gran cantidad de incendios y deslaves.

“La cobertura del macizo forestal ha sido lo único que ha podido frenar la devastación de los huracanes, protegiendo centros de población como el valle de México. Por esa razón, necesitamos incrementar presupuestos en la conservación de bosques mediante esquemas intensivos de reforestación”, subrayó.

Uno de los fines de la Semarnat es reconvertir terrenos agrícolas a uso forestal, para tener mayor captación de agua y fortalecer declives y laderas en donde se han generado varios de estos accidentes.

Por otra parte, Elvira informó que México ya cuenta con 6 mil millones de dólares de los 30 mil millones que países industrializados aceptaron donar a naciones subdesarrolladas para acelerar diversas acciones contra el calentamiento global.

Previamente, en la inauguración del encuentro, aseguró que este gobierno ha reducido la tasa de deforestación de los bosques y selvas en 35 por ciento, y que se han protegido y reforestado casi 2 millones de hectáreas en lo que va del sexenio.

Pese a la sobrexplotación de recursos naturales en la zona, el deslave de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca –a diferencia del de Chiapas— no se debió tanto a ese factor, sino a que las lluvias recientes aportaron una cantidad excesiva de agua que el suelo no pudo absorber, afirmó por su parte un especialista de la Semarnat.

Samuel García, subgerente de compensación ambiental del departamento de suelos de la dependencia, explicó que la gran mayoría de las tierras del eje neovolcánico pertenecen a la variante andosol, formada por minerales porosos de muy baja densidad, que absorben gran cantidad de agua. La saturación del suelo por lluvias excesivas, aunado a la topografía accidentada, hace que la tierra colapse, como ocurrió hace unos años en las comunidades de Angangueo, Michoacán, o en Teziutlán, Puebla.

Aunque a veces los deslaves no se pueden evitar, la cantidad de árboles que haya en el sitio es fundamental para hacerlos más infrecuentes, ya que la vegetación resta fuerza a la lluvia, propicia su absorción en los mantos freáticos y evita su escurrimiento. En una zona boscosa, dijo García, de cada 100 litros de lluvia escurren entre 40 y 60, mientras en un área urbana 98, lo que sobrecarga el suelo.

Lo ocurrido en la zona mixe, resumió, no se debió a una explotación forestal excesiva, ya que esta comunidad incluso ha vendido bonos de carbono por su buen manejo de bosques, sino más bien a que el agua era demasiada y no pudo ser filtrada en el terreno.

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