jueves, enero 05, 2012

Mundo: El proyecto piloto REDD de Conservation International: una producción inédita de Disney


Servindi, 20 de diciembre, 2011.- Acaba de ser traducido al idioma español un estudio de impacto del proyecto sobre Reducción de Emisiones Derivadas de la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) en la República Democrática del Congo promovido por la organización Conservación Internacional (CI) y financiado por la empresa Walt Disney.
El citado proyecto se desarrolla en las reservas naturales de Tayna y Kisimba-Ikobo y el estudio fue realizado por el Movimiento por los Bosques Tropicales (WRM por su sigla en inglés).
En agosto de 2011 la WRM expuso el caso en el Boletín 169 del WRM, y luego decidió estudiar la experiencia con mayor detenimiento para conocer los impactos del proyecto, buscando escuchar y dar voz a representantes de las comunidades locales y de otras organizaciones involucradas.
El documento fue publicado inicialmente en francés e inglés. La versión en español, de treinta páginas, ahora está accesible en formato pdf desde la siguiente dirección en internet: http://www.wrm.org.uy/countries/Congo/REDD_DRC_sp.pdf

Conclusión
Conservation International lanzó el primer proyecto piloto REDD en la Cuenca del Congo, en asociación con una empresa estadounidense que proyecta comprar los créditos de carbono del proyecto en el marco de un mercado voluntario.
El proyecto hace intervenir dos reservas naturales de la provincia de Kivu del Norte en la República Democrática del Congo, y abarca en total una superficie de unos 2.270 km2. Por haber sido catalogados como reservas naturales, esos bosques pertenecen ahora al Estado congolés y, por lo tanto, las comunidades pierden sus derechos consuetudinarios de propiedad sobre ellos. Se trata de un experimento de conservación comunitaria, en el que la gestión se transfiere entre el ICCN, organismo público responsable de las reservas, y las organizaciones que representan a las comunidades, es decir la RGT para la reserva de Tayna y RECOPRIBA para la reserva de Kisimba-Ikobo. El contrato de gestión entre esas organizaciones llamadas comunitarias y el ICCN es anterior a las discusiones sobre el proceso REDD. Por consiguiente, no integra los elementos asociados a ese mecanismo nuevo y que está aún en vías de negociación.
El proyecto piloto REDD suscita tanto más interés cuanto que se trata de un proyecto comunitario en espacios supuestamente comunitarios. La conservación comunitaria supone también que los primeros responsables tienen realmente poder de decisión sobre la gestión de sus recursos y las cuestiones que les conciernen. Sin embargo, se ha constatado que la realidad es muy diferente. Las comunidades locales tienen un papel bastante marginal. Están muy poco informadas y no participan prácticamente en las decisiones principales referentes al proyecto.
Parecen tener más deberes que derechos, al menos en lo que respecta al proyecto. Las expectativas de esas comunidades son numerosas, quizás desmesuradas, y se basan en lo que se les ha dicho durante las sesiones de sensibilización. Los mecanismos para la distribución de los eventuales beneficios del proyecto no han sido definidos, como tampoco el procedimiento que se aplicará para definirlos. Por lo tanto, es probable que las comunidades deban someterse, una vez más, a los dictámenes de sus asociados, es decir de los expertos designados para la tarea.  Esta situación es el resultado de la falta de clarificación de los derechos sobre el carbono, objeto de la transacción entre CI y Walt Disney.
En Kisimba e Ikobo, el proyecto REDD se construye sobre un trasfondo de conflictos sociales que surgen de la oposición a la creación de la reserva de primates. Ésta priva a las comunidades de sus derechos tradicionales sobre la tierra y el bosque. Es imperativo que las autoridades públicas, que recibieron una abundante documentación sobre esos conflictos, se pronuncien al respecto para evitar que el conflicto se agrave.
En lo referente al desarrollo local, no se puede medir aún el impacto social que tendrá el proyecto REDD, porque aún se encuentra en la etapa preparatoria. Sin embargo, es posible temer que las comunidades beneficiarias sólo desempeñen un papel marginal en el proceso de toma de decisiones, sin tener en cuenta su derecho al consentimiento libre y con conocimiento de causa. La situación de las mujeres es preocupante, porque están aun menos informadas que los hombres y, por consiguiente, no pueden manifestar ninguna opinión o reivindicación.
Así, puede decirse que el proyecto REDD, tal como está siendo implementado en las reservas de Tayna y Kisimba-Ikobo, contribuye a fortalecer a las grandes organizaciones internacionales que lo promueve, como CI y DFGFI, en detrimento de las comunidades locales, que pierden sus derechos y, por lo tanto, el control de sus bosques ancestrales. Las decisiones relativas al proyecto, e incluso al contrato con el comprador potencial de los créditos de carbono, se toman a sus espaldas, a pesar de que ellas deberían ser sus primeras beneficiarias.
Este estudio de caso revela que las comunidades locales corren el riesgo de ser marginalizadas, en un proceso que no entienden y en el cual no participan; se dejan seducir por promesas de gran desarrollo y de ganancias individuales que podrían cambiar su vida.
Todo esto nos lleva a advertir las dificultades que implica la ejecución de un proyecto REDD en el cual no están garantizados los derechos de las comunidades sobre sus tierras y recursos forestales, y explica la resistencia de las comunidades de Kisimba e Ikobo, que se niegan a ceder sus tierras a un proyecto del cual no abarcan todos los aspectos.
Esas comunidades eligieron participar en la conservación de los recursos naturales, e incluso en el sistema REDD, a través de los bosques comunitarios tal como los define el código forestal congolés. Este instrumento les garantiza un mayor control sobre los bosques que poseen en base a la costumbre. Su enfoque del bosque ha recibido hasta ahora un apoyo bastante tímido por parte de las organizaciones internacionales de conservación. Sólo las organizaciones locales, como la red CREF y sus miembros, las ayudan en su búsqueda del reconocimiento y la protección de sus derechos de tenencia de tierras y bosques, en un contexto en el que no existen textos reglamentarios.
Es pues urgente aprobar textos que reglamenten las disposiciones del código forestal relativas a los bosques de las comunidades locales de la RDC. Sólo así, las comunidades de Kivu del Norte y de otros lugares del país podrán participar de manera más equitativa en la lucha contra la deforestación, contribuyendo de este modo a apoyar las iniciativas de conservación y la lucha contra el calentamiento climático.

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