sábado, enero 08, 2011

El manejo forestal comunitario

La Jornada del Campo, 18 de diciembre de 2010

León Jorge Castaños M.

Antes de la Revolución de 1910, la tierra agropecuaria y los montes estaban concentrados en pocas manos: 97 por ciento entre haciendas y ranchos, uno por ciento pueblos y comunidades y dos por ciento pequeños propietarios. Aun en los mejores tiempos de la Reforma Agraria y reparto o devolución de la tierra y bosques a ejidos y comunidades, los dueños y poseedores de monte jugaron un papel marginal al impulsarse, durante casi 50 años, políticas públicas de fomento y conservación contrarias a su participación y avance socioeconómico que pisoteaban sus derechos de uso y manejo de sus montes: lo que había eran permisos o concesiones a particulares, empresas privadas y estatales, organismos públicos federales y estatales o parques nacionales y vedas forestales en amplios territorios del país.

Producto de reclamos y movimientos sociales en contra de esas acciones, en 1975 empezó a impulsarse una política pública forestal que reconocía la dominancia de la tenencia ejidal y comunal. La intención era que los campesinos se apropiaran del aprovechamiento maderable del bosque natural y comercializaran directamente sus materias primas. Años después, respaldaron esta estrategia grupos de la sociedad civil, otras dependencias públicas y en los 13 años recientes la Secretaría de Medio Ambiente y la Comisión Nacional Forestal (Conafor) por medio del Programa de Desarrollo Forestal Comunitario (Procymaf). Al generarse ingresos económicos, los ejidatarios, comuneros y propietarios particulares revaloran su recurso natural y empezaron a convertirse en sus mejores guardianes, comprobándose que sin beneficios difícilmente puede conservarse y gestionarse el bosque.

Surgió entonces el Manejo Forestal Comunitario (MFC), llamado también socio producción silvícola, silvicultura comunitaria o forestería comunal; algunos han avanzado hasta el manejo forestal responsable y certificado y otros en la cadena industrial y administrativa han evolucionado a la empresa social forestal o empresa forestal comunitaria.

El país lleva entre 25-35 años de manejo forestal con aprovechamiento maderable continuado en manos campesinas, actualmente en seis a ocho millones de hectáreas de bosque natural –74 por ciento ejidal, 15 de propietarios particulares y 11 por ciento comunal–; se ha mantenido la cobertura vegetal y en varios casos se ha ampliado, y se ha favorecido la economía campesina.

Los bosques naturales bajo MFC sostenible contribuyen a contrarrestar el cambio climático, con mayor captura neta de CO2 por unidad de superficie que otras modalidades de conservación. Si recordamos que en el proceso de fotosíntesis se captura dióxido de carbono (CO2) y emite oxígeno (O2), mientras que en el de respiración se emite CO2 y capta O2; un bosque natural sujeto a manejo y aprovechamiento maderable se dinamiza, se renueva y rejuvenece constantemente, lo que permite en determinados rangos de edad, por un mayor crecimiento en volumen, capturar o secuestrar mucho mayor CO2.


FOTO: Sergio Ávalos

En los bosques de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), los vedados, los sujetos a pagos de servicios ambientales o los de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAs) que no se tocan o aprovechan, aunque estén sujetos a fenómenos naturales, se hacen viejos, dejan de crecer en volumen, capturan menos CO2 y en el proceso respiratorio liberan más CO2. En cambio, en el bosque bajo aprovechamiento se remueven los árboles de la cosecha que han almacenado CO2; al transformarse en celulosa, madera aserrada, triplay, muebles o casas van a seguir reteniéndolo por tiempos variables, excepto la leña combustible que se quema.

Hay entonces que revalorar los bosques naturales bajo MFC por su aportación al cambio climático y considerarlos seriamente en la Estrategia Mundial y Nacional de Reducción de Emisiones de Deforestación y Degradación (REDD+).

En deforestación, ¿cuáles modalidades de desmontes vamos a mitigar?: la de los grupos marginales (sistemas agrícolas ancestrales y tradicionales), las de los grupos de capital e influencias (potreros, aguacate, café, frutales, criaderos de peces y mariscos, enervantes, biocombustibles, desarrollos urbanos y desarrollos turísticos) o el de las instituciones y empresas oficiales (caminos, electrificación, presas, perforación de pozos petroleros). En cuanto a degradación, destacan los incendios, plagas y enfermedades, tala ilegal comercial, corta libre, extracción libre de leña combustible. El MFC es una garantía para frenar la deforestación y degradación y puede ser una opción para algunas modalidades de desmonte.

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