viernes, agosto 17, 2012

Caucheros amazónicos demuestran valor de la gestión sostenible


Noticias BID 19-jun-2012

Comunidades selváticas diversifican sus ingresos mediante nuevas técnicas que promueven un mejor uso de recursos naturales y reducen la deforestación
El estado de Acre, en la Amazonia occidental de Brasil, alberga una de las diversidades biológicas más ricas del mundo. Su economía está basada en productos forestales ―principalmente caucho, nueces del Brasil y madera― cosechados por las comunidades caucheras. Hasta hace poco tiempo, los caucheros extraían el látex ahumando los troncos de los árboles. De este modo, la resina lechosa que fluía de los cortes en la corteza se solidificaba con el calor.
“Hoy día ya no hacemos cortes profundos en la corteza porque debilitan al árbol hasta que se enferma y deja de producir. Aprendimos que con menos cortes más limpios logramos un látex de mejor calidad y preservamos el árbol y su producción”, dice Antônio Teixeira, cauchero del municipio de Xapuri, a 170 kilómetros de Rio Branco, la capital del estado. Teixeira es uno de los casi 25.000 caucheros capacitados bajo el programa de desarrollo sostenible de Acre, financiado por el BID.
El programa se basa en la histórica vocación de explotación forestal de Acre, mediante la puesta en práctica de un modelo de desarrollo para la gestión y conservación de los recursos naturales, promoviendo el sector productivo y mejorando la infraestructura. Cuando se inició la gestión forestal, en 2002, se rectificó la tendencia histórica de deforestación de su territorio.
La unidad básica del programa de gestión forestal es la zona de bosques y parcelas agrícolas explotada por una familia de caucheros, llamada una colocação. La colocação Cachoeira do Teixeira fue la primera que adoptó las nuevas prácticas de gestión. “Cada propietario puede llevar a cabo operaciones forestales en diez hectáreas de tierra por año. Tras la demarcación de la zona donde habrá de cortarse, se señalan todos los árboles cuyo tronco tenga más de 60 centímetros de diámetro y se cortan tres de cada cuatro, a fin de preservar la diversidad de especies del bosque”. Cada 10 años se realiza un nuevo inventario forestal.
Mediante el uso de este sistema de explotación, Texeira no destruye los árboles más pequeños del bosque cuando derriba un ejemplar grande o cuando arrastra los troncos fuera del bosque. Desde 2011, el Consejo Brasileño de Manejo Forestal (FSC Brasil) certifica que la madera procedente de Cachoeira ha sido extraída de manera sostenible. Teixeira está orgulloso de este logro: “Si el consumidor comprendiera que es importante comprar muebles fabricados con madera certificada, no sería necesario castigar a quienes cortan árboles sin atenerse a un sistema de gestión. Simplemente no encontrarían compradores”.
La implementación del sistema de gestión ha incluido el fortalecimiento del sector productivo por medio de la capacitación y la asistencia técnica. Esas nuevas aptitudes han ayudado a que las comunidades locales diversifiquen sus ingresos e incrementen las cosechas de los principales productos forestales de la región de manera sostenible.
El programa se puso en marcha en 2002, tras varias décadas de declinación económica resultante de la caída de los precios del látex y los conflictos por la propiedad de la tierra. Se llevó a cabo mediante un diálogo con la sociedad civil, que tuvo por base el concepto de “florestania” conforme al cual las comunidades actúan como agentes de la protección forestal.
Las inversiones del programa, que ascendieron a US$108 millones, incluyendo US$64,8 millones de financiamiento del BID, también han apoyado al sistema ambiental del estado. En este sistema, la información se procesa automáticamente con fines de seguimiento y control, permitiéndole al Instituto Ambiental de Acre reducir a la mitad, vale decir a menos de un mes, el número de días necesarios para el trámite de una licencia ambiental.
Infraestructura
La infraestructura también fue un elemento clave deI programa para vincular a las comunidades con los mercados y mejorar las condiciones de vida de las familias. Se instalaron más de 300 generadores de electricidad, se mejoró el transporte fluvial y se pavimentaron 70,1 kilómetros de la carretera BR-364, entre Rio Liberdade e Igarapé Santa Fé.
El mejoramiento de las carreteras benefició a caucheros como Vital Barros que, en el pasado, debía viajar un día entero a pie desde su casa en el proyecto de asentamiento agro extractivo Chico Mendes hasta la municipalidad de Xapuri para comprar alimentos que no producía en su colocação y vender nueces del Brasil y caucho. “Hoy día demoro media hora a Xapuri en motocicleta”, dijo.
El programa también incluyó medidas para asegurar que la disponibilidad de mejores medios de transporte no fomente la deforestación, la ocupación ilegal de predios y conflictos en torno a la propiedad de la tierra. Esas medidas incluyen el establecimiento de zonas protegidas, la regularización de la propiedad de las tierras y el control del cumplimiento de las normas por parte de las comunidades y entidades estatales.
“Aquí, con la ayuda del BID y del estado, estamos preparados para asegurar que la nueva infraestructura se use para el transporte y el comercio y no para estimular la deforestación”, dice el cauchero Nilson Mendes.
El mejoramiento del transporte promueve más inversiones de la industria local, lo cual beneficia a caucheros como Barros. “Ahora un productor gana hasta US$35 por día. Hasta los años noventa, la gente ganaba apenas US$38 por mes”.
El efecto en la deforestación
El modelo de desarrollo que apoya el programa ha ayudado a bajar la tasa de deforestación en el estado, de 0,54 por ciento en 2002 a 0,14 por ciento en 2008. Casi 10.000 familias recibieron títulos de propiedad y otras 3.124 emprendieron la extracción legal de productos forestales en zonas donde se necesita una concesión para hacerlo. Una superficie de casi 700.000 hectáreas se colocó bajo protección mediante la creación del Parque Estatal Chandles, que no puede ser objeto de explotación comercial.
Empero, el principal resultado del proyecto fue el cambio de mentalidad entre los caucheros. “Hoy no sólo sabemos cómo explotar nuestros recursos en forma sostenible, sino que también exponemos a otras comunidades las ventajas de la florestania y la forma correcta de usar nuestra diversidad biológica”, dice Mendes.

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