LA HAYA - La mitigación del cambio climático se presenta a menudo como la imposición de un "toma y daca" entre la economía y el medio ambiente. Por demasiado tiempo el debate se ha enmarcado en el concepto de "reparto de la carga". Sin embargo, los nuevos análisis de un equipo formado por investigadores procedentes de seis importantes institutos y universidades europeas arroja nuevas luces sobre este debate, y demuestra que Europa puede tomar decisiones que van en su propio interés económico y ambiental.
El análisis que figura en nuestro nuevo informe, A New Growth Path for Europe – Generating Prosperity and Jobs in the Low-Carbon Economy (Una nueva senda de crecimiento para Europa - Generar prosperidad y empleo en la economía de bajas emisiones de carbono), se basa en una exhaustiva evaluación de las perspectivas de crecimiento en Europa tras la crisis financiera. Su publicación es oportuna, porque la Unión Europea decidirá este año si eleva su objetivo de reducción de gases de efecto invernadero.
El aumento del objetivo de emisiones actuales de -20% a -30% en 2020 respecto a 1990 representaría una importante oportunidad para revitalizar la economía europea, independientemente de lo que haya hecho el resto del mundo en términos de política climática. Aprovechar esa oportunidad aumentaría considerablemente el tamaño de la economía europea, en hasta en un 5% a lo largo de la próxima década. Esto se traduce en seis millones de nuevos empleos y un aumento del PIB de hasta 800 mil millones de euros para 2020.
La razón de estos resultados es sencilla: el aumento de los esfuerzos europeos en torno a políticas del clima eleva las inversiones, lo que induce el aprendizaje en la práctica, especialmente cuando estos esfuerzos se canalizan hacia nuevas tecnologías como la energía renovable y materiales avanzados de construcción. "Aprender haciendo", a su vez, aumenta la competitividad y estimula el crecimiento económico, mejorando así las expectativas de los inversores e estimulando una mayor inversión.
Desafortunadamente, los estudios del impacto económico de un objetivo del -30% se han basado en modelos de equilibrio tradicionales que pasan por alto estos efectos multiplicadores. Sus estimaciones de las consecuencias económicas de aumentar la cifra objetivo indican costes adicionales moderados que varían entre el 0 y el 2% del PIB en 2020.
El nuevo estudio utiliza un enfoque similar al de sirve de apoyo al objetivo de reducción de emisiones del 40% de Alemania para 2020. En la Conferencia sobre el Cambio Climático patrocinada por las Naciones Unidas y realizada el año pasado en Cancún, México, el ministro alemán federal de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, señaló que "en Alemania, se ha producido un cambio de mentalidad en los últimos años en la industria, la política y la sociedad, Ahora vemos la política climática como una oportunidad y un reto, no como una amenaza."
Röttgen tiene razón. Imagínese una reunión de empresarios textiles en 1800 en que se debatiera la posibilidad de introducir máquinas de vapor para mecanizar sus fábricas de algodón. Uno de ellos calcula que los costos serían prohibitivos en cada una de sus cientos de plantas. Si el resto aceptara el cálculo de abajo hacia arriba, la sociedad habría perdido el impulso del 0,5% al crecimiento anual que esta innovación radical provocó en última instancia. El beneficio para toda la economía fue mayor que la suma de los beneficios para las plantas individuales.
No fue la invención de la máquina a vapor por sí sola la que merece todo el crédito. Entonces, como ahora, los avances tecnológicos generan una cascada de aprendizaje e innovación a medida que proveedores, contratistas y clientes se adaptan a una nueva forma de operar. Cada nueva idea tecnológica importante - la máquina a vapor, el ferrocarril o la computadora personal - significa un impulso adicional al crecimiento.
Una nueva senda de crecimiento para Europa muestra cómo la inversión en eficiencia energética y energías limpias tiene el mismo potencial de revitalizar la Europa de hoy. De hecho, Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, dijo recientemente que estas inversiones auguran "una nueva revolución industrial: una revolución que transformará la forma en que vivimos."
El análisis muestra cómo crecerán los principales sectores económicos, incluidas muchas industrias que hacen alto intenso de energía. Por ejemplo, los edificios de bajo consumo son una bendición para la industria cementera y química. Obviamente, el sector de los combustibles fósiles se reducirá para el año 2020 a medida que el sistema energético se descarboniza, en un escenario en que el carbón va siendo desplazado por combustibles bajos en emisiones de carbono, principalmente el gas y las energías renovables (la captura y almacenamiento de carbono y la energía nuclear no pueden marcar una gran diferencia para el año 2020). Los nuevos países de la UE, que tienen una menor eficiencia energética, son los que más se beneficiarán, aunque será necesario superar obstáculos importantes mediante mecanismos de apoyo adicionales.
Puesto que la crisis financiera ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero, el objetivo de reducción del -20% establecido antes de la crisis ya no representa un reto suficiente para catalizar un cambio estructural en la economía europea. Y, a medida que los científicos adoptan una perspectiva más sombría y subrayan la urgencia de hacer frente al cambio climático, los economistas son cada vez más optimistas sobre las oportunidades que implica un futuro con bajas emisiones de carbono.
Una nueva senda de crecimiento para Europa apoya ese optimismo y llama a la UE a actuar en consecuencia.
Carlo Jaeger es el fundador del Foro Europeo del Clima y director de investigación del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático. Roland Kupers es profesor visitante en la Universidad de Oxford y ex ejecutivo de Royal Dutch Shell.
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