El Universal, 12 de noviembre de 2010
Últimamente estamos rodeados, en nuestro país, de noticias que distan mucho de ser optimistas y estimulantes. Parece que la grisura de los eventos domina el espíritu de mucha gente. Hoy comentaré lo que espero sea una pequeña rasgadura a la bruma gris, con algunos rayos de luz provenientes de la conservación y el manejo sustentable de nuestros recursos naturales renovables. Me refiero a la publicación de un libro que relata, por los actores mismos, 100 de los más exitosos casos de conservación, manejo sustentable y/o recuperación de las especies y ecosistemas terrestres y marinos de México. El libro sale a la luz la semana próxima.
México ha sufrido una seria disminución de nuestro patrimonio natural, debido a políticas de desarrollo que han ignorado por largo tiempo principios ecológicos que garanticen la sustentabilidad; no obstante, es justo mencionar que, desde el último cuarto de siglo ha habido un incremento notable de casos de conservación y manejo sustentable de nuestro patrimonio natural.
Esto ha sido posible por varias circunstancias. Primero, una tradición de conocimiento de nuestros recursos naturales que data del siglo XIX; segundo, la existencia de instituciones que albergaron personajes dedicados a estos estudios, las cuales se multiplicaron en la segunda mitad del siglo XX en buena parte del territorio mexicano. Esto permitió el crecimiento inusitado, de una comunidad académica dedicada a lo que podríamos llamar “las ciencias de la biodiversidad”. La difusión del conocimiento generado por esta comunidad creó una conciencia ambiental en sectores de la sociedad que constituyeron y fortalecieron diversas organizaciones civiles, activas gestoras de cambios locales. Finalmente, una serie de circunstancias afortunadas en la última década del siglo pasado, generó, en el ámbito federal, un desarrollo institucional de estructuras, programas, opciones tecnológicas, marcos normativos, etc., que estimularon una sensibilidad clara y definida sobre la importancia del conocimiento, la conservación, el manejo y la restauración de nuestros recursos naturales, basadas en principios científicos, que dieron al tema ambiental un lugar propio en la política gubernamental.
Sin minimizar la compleja realidad que rodea lo referente al cuidado de nuestro ambiente y lo mucho que aún falta por hacer, la Semarnat, por conducto de Conabio, seleccionó, de entre una buena cantidad de acciones realizadas en el siglo pasado y el presente, aquellas que constituían ejemplos de logros concretos y exitosos de conservación, manejo sustentable, restauración y recuperación de recursos, que en muchos casos resultaron en beneficios económicos para los dueños de nuestro patrimonio natural. Hay mucho de qué sentirse contentos y, especialmente, estimulados a seguir por el camino que nos permita cosechar muchos más de estos casos exitosos en la conservación y manejo sustentable de nuestros recursos naturales, buena parte de ellos, propiciados por la iniciativa y la actividad social. Son, la mayoría de ellos, ejemplos de cómo hay que seguir trabajando todos en el país para hacer cada vez mejor las cosas: individuos, organizaciones sociales, instituciones académicas, sector privado, instancias gubernamentales.
La sociedad mexicana debe enterarse que en el campo de la conservación, restauración y el manejo sustentable de nuestro patrimonio natural, hay muchas cosas que se han hecho bien, entre otras, que no han sido tan exitosas, pero se ha querido mostrar aquéllas en las que personas e instituciones han trabajado con vocación y convencimiento hasta lograr éxito, que desde luego hay que consolidar y mantener. Conservar la diversidad biológica de nuestro país y lograr el desarrollo sustentable son, además de un imperativo ético, un llamado a la supervivencia de nuestro patrimonio natural y, en última instancia, a la protección de la calidad de nuestra propia vida y de las generaciones futuras.
Biólogo investigador de la UNAM
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