Milenio diario, 31 de Mayo de 2010
México apostó a establecer bases para generar un sector forestal que no ponga en riesgo el patrimonio biológico y rescate de la pobreza a millones de mexicanos, señala.
Guadalajara.- Ni los tiempos de la política ni los de la sociedad en México daban para generar un proyecto a largo plazo como sin duda debe serlo la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Juan Manuel Torres Rojo, su actual titular, reconoce que todavía no se refleja en la estadística económica o social el cambio planteado a nueve años, pero espera que entre 2013 y 2014 ya se empiecen a ver los primeros frutos.
“La participación en el producto interno bruto sin duda deberá aumentar; nosotros eso esperaríamos con estos incentivos, y así como bajó la deforestación por la labor de conservación que pudimos medir rápidamente de un periodo a otro, el proceso de crecimiento de los árboles no toma uno, dos o tres años; son al menos de quince a 20 años. Entonces reforestación, plantaciones comerciales, obras de conservación y manejo forestal sustentable, que ya hemos aplicado en los últimos siete u ocho años, se van a ver reflejadas en un aumento de la productividad después de quince […] ya llevamos nueve de que se creó la Conafor y esperamos ver resultados en tres o cuatro años”, dice en entrevista con Público - Milenio.
El funcionario señala que los síntomas de este avance están presente, innegables: se redujo en 50 por ciento la pérdida de vegetación original, según las cifras oficiales; avanzan programas a favor de la silvicultura comunitaria y los servicios ambientales, y aunque es cuestionado, el programa de reforestación sigue adelante en busca de restaurar millones de hectáreas devastadas por la larga historia del “desarrollismo”.
Cuando asumió la Comisión Nacional Forestal (Conafor), había planteamientos públicos muy críticos sobre el trabajo, especialmente en torno a la reforestación, ¿ha habido posibilidad de diálogo con los críticos de ese énfasis inicial de la reforestación?
Una de las primeras tareas a la que nos dimos fue platicar precisamente con estos grupos como Greenpeace o WWF y muchas otras organizaciones no gubernamentales, para que ellos tuvieran el marco general, y desmitificar el hecho de que la Conafor hacía únicamente reforestación; no es así ni antes ni ahora; pero además, resaltar el hecho de que la reforestación tiene un objetivo básico que es restaurar áreas degradadas, que tienen muy poco suelo, es lógico que tengamos algunos problemas para que la planta sobreviva, toda esta dinámica de cuáles son las áreas, de cuales son las características de planta que debemos tener, las adversidades que llega a enfrentar la planta, su proceso de supervivencia; que si plantamos dos mil plantas por hectárea, esperamos que después de varios años haya si bien nos va unas 400 plantas […] es una reforestación a veces muy cara, a veces plantar en tepetates implica subsuelear [sic], meter maquinaria pesada, hacer obras de conservación de suelos […] tenemos que medir en la capacidad de meter algunos arbolitos dentro de un área que queremos recuperar, o no hacer nada, esa es nuestra opción, tratar de recuperar en la medida de lo posible terrenos totalmente degradados.
La Conafor cumplió nueve años, ¿qué evaluación haría del impacto que ha tenido en el sector forestal mexicano?
Básicamente podemos decir que nunca en la historia habíamos tenido en México un presupuesto para el sector forestal tan importante como el que se tiene ahora; eso ha ayudado a diversificar muchos de los programas de apoyo para tratar de restaurar, proteger y de fomentar el uso de recursos naturales.
Usted reconoce que la importancia económica relativa del sector forestal sigue siendo muy baja, menos de 1 por ciento de la riqueza nacional.
Así es. Se necesita tiempo, un proyecto forestal lleva de quince a veinte años; ya con nueve, estamos a tres o cuatro de empezar a ver resultados importantes.
Uno de los grandes retos es recuperar comunidades y ejidos como actores del desarrollo y revertir la pobreza, ¿se ha logrado algo de consideración?
Yo le daría un dato importante: [en el mes de abril] hubo una reunión en Washington, Estados Unidos, en la sede del Banco Mundial, y se hizo un reconocimiento a uno de nuestros programas estrella, al Programa de Desarrollo Forestal Comunitario [Procymaf]; este programa está orientado a crear capacidades en los productores; fuimos el único programa nacional que se ha operado por trece años, en el que se han creado estas capacidades de gestión y organización por parte de los productores; somos de los pocos países del mundo que tenemos un manejo forestal comunitario, organizado, productivo y eficiente...
¿Esto contra qué total? Porque hablamos que 80 por ciento de los bosques y de selvas son de tenencia social.
Sí, pero no la totalidad tiene manejo forestal, hablamos que alrededor de 1,200 o 1,300 comunidades están en este manejo forestal, de un total de entre seis mil y 6,500; las otras no porque la capacidad productiva es menor; ellos no ofrecen productos maderables, ofrecen servicios ambientales, entonces hay que distinguir entre uno y otro […] hemos apoyado alrededor de 1,800 ejidos y comunidades anuales, y estos van cambiando, no sólo atendemos a los forestales maderables, sino también a los no maderables dándoles capacidades de gestión, creando actividades económicas y diversificando.
Se suele presumir los casos de Sierra de Juárez en Oaxaca, o Nuevo San Juan en Michoacán, ¿pero ya tenemos un impacto para hablar de otros nuevos San Juan o sierras de Juárez?
El Procymaf surge entre 1997 y 1998, como un programa piloto, que incluso reduce su presupuesto en algunos años; en los últimos años hemos encontrado el modelo y hemos visto cómo ese modelo se puede expandir, cómo escalarlo en condiciones tan diversas, ambientales y socioeconómicas; ahora está aplicado en los doce estados de la república más importantes desde el punto de vista forestal, creo que estamos apenas iniciando el escalamiento del programa.
¿Sería desmesurado pensar que una vez potencializado este programa, sea una de las grandes respuestas al problema de la marginación y la pobreza, de la falta de inclusión de comunidades indígenas y ejidos de la región rural de México?
Ese es el sentido del programa, no es nada más ver las estrategias de recuperación, fomento y demás, sino crear gestión, crear capacidad dentro de estas comunidades de tal forma que puedan desarrollar actividades productivas adicionales y no solamente dependan de la actividad forestal, ya sea maderable o no maderable. Por lo pronto tenemos como 500 millones de pesos para ese programa, el mayor presupuesto en su historia.
Agustín del Castillo
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