Jacques Delors / Project Syndicate, 18 nov 2012: PARÍS – Por previsibles que parezcan las difíciles negociaciones que entraña la política europea, al final raras veces dejan de sorprender. Esta semana se celebrará una cumbre decisiva de la Unión Europea encaminada a lograr un pacto sobre el presupuesto de la UE para el período 2014-2020, el llamado marco financiero plurianual (MFP), y hay un intenso mar de fondo, por decirlo suavemente
Antes de que se haya pronunciado palabra alguna, se está diciendo a los europeos que las negociaciones de Bruselas no serán “plácidas” y se cierne la amenaza de vetos de determinados Estados miembros. Lamentablemente, semejantes afirmaciones podrían perfectamente llegar a ser una profecía destinada a cumplirse fatalmente.
Veamos esto: un grupo de grandes empresas radicadas en diversos países de la UE –del estilo de Tesco, Shell, Barilla y Philips– están insistiendo en que, sea cual fuere su tamaño final, el acuerdo sobre el MFP debe entrañar el compromiso de un mínimo del 20 por ciento del gasto en 2014-2020 de crecimiento verde y con menores emisiones de carbono. Son las mismas empresas a las que los gobiernos nacionales de Europa cortejan y escuchan diariamente, pero, en relación con el MFP, los dirigentes nacionales de Europa no parecen escuchar atentamente. Tampoco dicen gran cosa sobre los evidentes dividendos que semejante gasto podría proporcionar desde el Reino Unido, en el Oeste, hasta el más reciente país candidato de la UE, Croacia, en el Este.
Los 500 millones de ciudadanos de Europa pueden no sorprenderse de lo que está ocurriendo en los pasillos del poder, pero deberían considerarlo muy preocupante. La cuestión no es sólo lo que se podría perder en la carrera hacia el fondo a la que muchos gobiernos nacionales de la UE están lanzados, sino también el sentimiento manipulador contra la UE que procede de muchos sectores de la prensa europea, que parece decidida a incitar a diversos dirigentes nacionales a otro enfrentamiento presupuestario.
En los Estados occidentales, contribuyentes netos, de la UE, el debate sobre el MFP sigue estrictamente centrado en cuánto dinero se puede reducir del propuesto presupuesto de 1,033 billones de euros (1,3 billones de dólares) de la Comisión Europa para el período 2014-2020. Sin embargo, apenas nada se dice sobre la propuesta más importante y más integral de la Comisión: el compromiso de 20 por ciento de gasto para proyectos e iniciativas que pueden estimular a empresas que utilizan con eficiencia los recursos, protegen el medio ambiente colectivo y sin fronteras de Europa y garantizan un futuro mejor para las familias de todo el continente.
Los dividendos prometidos por un MFP “verde” (que recientemente recibió el apoyo del Parlamento Europeo) son al menos triples: un mayor número de puestos de trabajo en los sectores económicos de crecimiento más rápido del mundo; recibos energéticos menos onerosos para los hogares de toda Europa; y contribución a la consecución de las reducciones de emisiones de los gases que provocan el efecto de invernadero que todos los Estados de la UE han acordado como parte de sus compromisos con “Europa 2020”.
El potencial verde que entraña el gasto de la UE ya ha echado raíces. En Francia, por ejemplo, las organizaciones que se ocupan de la vivienda social han utilizado rápidamente 320 millones de euros de la UE en los últimos años para mejorar la eficiencia energética en las existencias de viviendas actuales. Esa financiación europea desencadenó una inversión suplementaria de 2.200 millones de euros, contribuyó a la creación de 15.000 puestos de trabajo locales y ha representado un ahorro de 98 euros al mes por hogar, gracias a una reducción del 40 por ciento por término medio de los costos de calefacción.
Recientemente, Michael Heseltine, ex ministro del gobierno de Margaret Thatcher, subrayó la importancia de la energía eólica para las regiones desfavorecidas del Reino Unido, como, por ejemplo, el nordeste de Inglaterra. Y, sin embargo, en Londres no han caído en la cuenta de que centrar los fondos europeos para inversión de ese modo brindaría oportunidades para crear empresas más sólidas y aumentar la competitividad de las tecnologías del futuro… y compartir esos beneficios dentro y fuera de la UE. En cambio, en el Reino Unido y en otros países, los forcejeos sobre el MFP que ahora está en marcha amenaza con tirar semejante oportunidad a la papelera bajo la mesa de la negociación.
Europa ha avanzado mucho desde 1951 y la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, antecesora de la UE, pero ahora estamos en el proceso de construir de nuevo la economía europea, esforzándonos por superar la crisis económica y creando una economía europea más sostenible, mundialmente competitiva y resistente: una economía que pueda ser verde, además de productiva.
Los jefes de los gobiernos de la UE deben entender el panorama más amplio, cuando se preparen para la cumbre de esta semana sobre el MFP. El bien común de Europa –de hecho, su senda más prometedora hacia un futuro próspero– está en juego.
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