Alejandra Martins BBC Mundo 2 Nov 2012
Sin la integración de la población local no puede haber conservación a largo plazo en América Latina, asegura la bióloga Erika Cuéllar, que recibirá el prestigioso premio Rolex. En el corazón de Sudamérica, la creatividad de una bióloga boliviana está buscando salvar una de las especies más amenazadas de la región, con uno de sus tesoros más preciados: su gente.
Con los fondos del premio, Cuellar planea ahora extender el trabajo a otros países del Gran Chaco Americano y formar parabiólogos también en Paraguay y Argentina.
Jóvenes guaraníes bolivianos enseñarán conservación en guaraní a sus pares paraguayos, en un proyecto que tiene como primer objetivo salvar las pequeñas poblaciones aisladas y amenazadas de guanacos que subsisten en el Chaco.
Cuéllar cree que el proyecto puede replicarse en otras partes de América Latina, "donde la gente local no es integrada en los procesos de conservación y por eso no tenemos conservación a largo plazo".
"La integración de la población local en los proyectos de conservación en América Latina es fundamental. No podemos ignorar que hay gente viviendo de los recursos naturales cerca de las áreas protegidas, que no debe ser vista como mano de obra barata", le dijo Cuéllar a BBC Mundo.
"Ellos son capaces de tomar decisiones sobre la conservación de esos recursos".
El modelo de conservación desarrollado por Cuéllar ya ha despertado interés fuera de Latinoamérica y la bióloga fue invitada a explicar el proyecto en la India.
Conocimiento del bosque
Sólo quedan grupos aislados de unos 200 guanacos en el Chaco de Bolivia, Paraguay y Argentina. El proyecto buscará crear corredores.
El trabajo de Cuellar en el Gran Chaco comenzó en 1997. Fue entonces que una institución guaraní en Bolivia se alió con la organización internacional de conservación Wildlife Conservation Society (WCS).
Los pobladores guaraníes "siempre quisieron tener su territorio y propusieron al gobierno crear un parque nacional. Se logró un área protegida de 3,4 millones de hectáreas, el parque Kaa-Iya, y yo entré a trabajar como bióloga, mi primer trabajo después de recibirme".
"Normalmente la gente local es contratada a corto plazo como guías, pero yo me quedé tan impresionada de la capacidad de aprender de los jóvenes que nos auxiliaban que mi forma de trabajar fue aprender de ellos".
La población local conocía profundamente, por ejemplo, la dinámica del bosque, dónde ir para ver ciertos animales y qué plantas comían.
"También trabajé mucho con cazadores y me impactó su relación la Naturaleza. Cuando van a cazar piden permiso al "Iya". Los dioses son iyas y cada animal tiene el suyo. Si una persona caza y ve que otra vuelve sin nada comparte su presa por pequeña que sea".
Al cabo de diez años el proyecto con WCS terminó y los jóvenes iban a volver a sus actividades normales. En Bolivia la caza de subsistencia está permitida y muchos jóvenes son cazadores o pescadores durante los cuatro meses en que el río Parapetí es más dinámico. Para otros la única opción era migrar a la ciudad a trabajar en la industria de la caña de azúcar, "donde es conocido que son muy mal pagados".
"Me pareció tan injusto que el proyecto terminara y se quedaran sin ser reconocidos", le dijo Cuéllar a BBC Mundo.
"El potencial que tienen estos chicos es tan grande de cara a la conservación de los recursos naturales que para mí era un desperdicio no poder apoyar en el proceso de integración de estos jóvenes".
Técnicos en conservación
Cuéllar presentó una propuesta a una fundación británica, Whitley Fund for Nature, y en 2007 obtuvo fondos para desarrollar un curso intensivo de conservación de ocho meses evaluado por un instituto reconocido por el gobierno boliviano.
Al final del curso, jóvenes de tres etnias del Chanco, entre ellos guaraníes, obtuvieron un certificado, reconociendo su competencia profesional en conservación, y perciben un salario.
"Estos jóvenes no sólo tenían el conocimiento natural y la experiencia durante 10 años, también demostraron que eran capaces de estudiar y dar exámenes".
"Por primera vez en el país fueron reconocidos como técnicos locales y ahora tienen un certificado que dice que son técnicos, esto como para cualquier profesional es importante y hace sentir a la gente local que no sólo son ayudantes de biólogos sino parte del proceso".
Conservación, pero a largo plazo
Para la bióloga, la conservación a largo plazo significa que "la gente local esté suficientemente capacitada como para tomar decisiones en pro de su propio bienestar, porque ellos utilizan el recurso, y en pro de la conservación".
"En general algo que me molesta muchísimo de quienes trabajan en conservación es que en los proyectos grandes buscan trabajo barato, cuanto menos se gaste en la gente y más en investigación mejor".
"Mi idea es proponer a los gobiernos que los proyectos de conservación tienen que tener parte de su presupuesto destinado a capacitación local, porque cuando los fondos internacionales colapsan localmente no hay nada que sostenga esta investigación. Los gobiernos locales se atienen a fondos externos y no toman la responsabilidad de hacer sostenible la conservación en los propios países, para mí esto es un reto".
Salvar a los guanacos
"Era un joven que trabajaba como encargado del ganado en una hacienda y fue elegido por su comunidad como joven potencial para parabiólogo.
La comunidad los elige y los parabiólogos tienen que responder a la comunidad.
Trabajó con nosotros como auxiliar de campo, y luego en el proyecto de conservación del guanaco. Cuando yo salí para hacer el doctorado en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, él se quedó encargado del proyecto y nos comunicábamos desde Oxford.
Ahora es el capitán de su comunidad y es el técnico en biodiversidad y conservación que va a hacer las negociaciones con el gobierno en temas de conservación.
Es un ejemplo de una persona que mantiene su cultura, representa a su pueblo y al mismo tiempo tiene la formación profesional suficiente como para liderar en decisiones en términos de conservación".
"Este bioma está en el corazón de América del Sur y se extiende en Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Tiene un gradiente climático y características geológicas únicas que hace de esta un área un área con mucha diversidad, porque tiene llanuras, sabana, esteros, bañados, salitrales. Es como la transición entre el bosque amazónico, la zona mas húmeda y la zona desértica".
"El objetivo es formar parabiólogos en Argentina y Paraguay y lo que estoy haciendo ahora es contratar a los técnicos en Bolivia ya formados para que ellos formen a los técnicos en los otros países. Compartimos el mismo idioma, el guaraní, yo soy boliviana y mi mamá es guaraní. Lo más cercano a los indígenas paraguayos son los parabiólogos de Bolivia que van a comunicarse en su mismo idioma".
Además del entrenamiento de parabiólogos, otro objetivo central es la conservación de los guanacos.
"Viven en una zona de sabana y el tema en Bolivia es que solamente hay una población de alrededor de 200 individuos porque en el pasado enfrentaron una presión altísima de cacería".
Una población tan limitada puede no ser viable, pero "nuestra esperanza es que hay una población igual de pequeña en Paraguay, a solamente 37 kms y otra en el Chaco de Argentina". Cuéllar impulsará un proyecto trinacional enfocado en esta especie, con la esperanza de que las poblaciones entre Bolivia y Paraguay tengan un intercambio genético.
No existen barreras geográficas entre ambas poblaciones, pero uno de los principales problemas es la alta cacería en Paraguay, dijo la bióloga.
Cambio climático
Los parabiólogos también evaluarán el cambio del hábitat de los guanacos debido al potencial efecto del cambo climático. "En los últimos 40 años ha habido un cambio brutal en el hábitat del guanaco y queremos ver la relación de la especie con este nuevo ambiente".
Los cambios son diversos, desde nuevos patrones de lluvias que hacen que “los pastos sean más vulnerables a desaparecer y sean invadidos por especies leñosas, y lo que era pampa abierta con pasto se convierta en zonas boscosas a las cuales los guanacos no están adaptados".
Otros factores de cambio son la incorporación de grandes cantidades de ganado vacuno en zonas frágiles y la presión humana con consecuentes incendios.
Para Cuéllar, la destrucción de la naturaleza "va a una velocidad tal que los que intentamos hacer conservación necesitamos aliarnos con los gobiernos, las organizaciones y la gente local".
"La conservación de los recursos naturales es una carrera contra el tiempo".
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