"El desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes"
Eduardo Galeano
A partir del huracán Mitch, que azotó el istmo en 1998, salió a flote la erosión ambiental existente, la cual intensificó los efectos del mega huracán, así mismo causó más de 10.000 muertos, revelando las fisuras de un sistema económico fundamentado en la explotación inmisericorde de la naturaleza y los seres humanos.
La deforestación sistemática avalada por los estados y promovida por "empresarios" asociados a los regímenes feudales prevalecientes, han destruido prácticamente todos los ríos y sus cuencas hidrográficas, las que ahora se convierten en un gran negocio para las elites de poder al convertirlas en represas, algunas de ellas financiadas por los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MLD).
En la última década los pueblos indígenas de Centroamérica hemos comprendido que nos encontramos en la línea de fuego del cambio climático, siendo nuestras comunidades las que más han sufrido el impacto de huracanes y tormentas tropicales.
Desde la destrucción de Santa Rosa de Aguán - comunidad garífuna que estuvo a punto de desaparecer con el Mitch - pasando por la población Tzutujil sepultada por el deslave que causó el huracán Stan o el pueblo Miskito sacudidos por el Felix y el Ida, son algunos de los ejemplos de los efectos causados por las cíclicas temporadas de huracanes en el ámbito del Caribe.
Mientras tanto, la impasibilidad de las burocracias reinantes en este confín del planeta, han diluido las respuestas requeridas, ante la "Nueva Geografía Económica" impuesta por el imperio a través de las instituciones financieras internacionales; estrategia que determina la relocalización de comunidades y pueblos con fines de garantizar la explotación de recursos especialmente los energéticos y aparentemente apoyar la "conservación de la naturaleza"
La tardía presentación en nuestros países de las estrategias relacionadas con la mitigación y adaptación al cambio climático, demuestra la ausencia de compromiso por parte de las elites de poder reinantes ante la catástrofe anunciada que se avecina. La preocupación que los embarga actualmente es como lograr acceder al Fondo Verde que pinta Naciones Unidas como un espejismo en medio del desierto y los cuestionados REDD.
Los mecanismos de mercado con los cuales los países ricos pretenden frenar el cambio climático, no son más que instrumentos para efectuar falsos exorcismos a demonios instaurados por los mismos países ricos, tales como el saqueo sistemático de los bosques, cuyas maderas en la mayoría de los casos terminan siendo consumidas en el norte.
Los REDD, que son tan promovidos por el sistema económico imperante, se están convirtiendo en una de las mayores amenazas para los pueblos indígenas del planeta. En Centroamérica exigir el derecho a la consulta previa libre e informada, se convierte en un insulto a los estados nación, que se limitan a convocar a reuniones en hoteles de lujo con el afán de "socializar" sus macabras estrategias de expropiación, y dan por sentado que se ha efectuado la consulta.
En nombre del desarrollo se han cometido enormes crímenes ambientales que sin duda terminaremos pagando los más económicamente frágiles. La destrucción causada al medio ambiente en nombre de las políticas obsoletas del uso de los recursos, nos obliga a cuestionar los modelos insostenibles con que han sido saqueados nuestros territorios.
El aumento vertiginoso de la pobreza en este siglo en la mayoría de los países latinoamericanos, nos obliga a reflexionar sobre la grave crisis económica que sufre la inmensa mayoría de la población, mientras las elites de poder prosperan en la abundancia al mismo tiempo que defienden sus intereses a capa y espada.
Uno de los factores determinantes en el incremento de la pobreza, más allá de la rapiña neoliberal, son las dramáticas consecuencias del cambio climático y la incapacidad que han demostrado los estados en generar estrategias efectivas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Para muchos el sueño del “desarrollo” se ha convertido en una cuasi religión dogmática que impide cuestionamientos y exige paciencia para obtener sus frutos. La destrucción ambiental causada en nombre del desarrollo y la exacerbada acumulación de capital por parte de las elites de poder, ha desembocado en una crisis de ingobernabilidad que conllevará en un futuro cercano a un incremento de las convulsiones sociales (1)
Los organismos financieros internacionales, aliados y promotores de la clase política empresarial que viene dominando a América Latina en los últimos años, de hecho han gestionado la destrucción del medio ambiente sin que la gran mayoría de la población usufructúe las riquezas generadas.
Al construir un atlas de riesgos en Centroamérica, coinciden los enclaves de pobreza con las zonas más vulnerables del istmo. La colección de ciudades -miseria se han convertido en focos de destrucción ambiental, caos urbanístico y artefactos sociales explosivos; mientras las cuencas hidrográficas - donde habita una buena parte de la población - están totalmente destruidas.
La destrucción forestal inducida por la ganadería extensiva y las empresas madereras, cambiaron en el último medio siglo la geografía del istmo. Mientras tanto los pueblos indígenas con nuestras formas de producción que durante décadas han sido señaladas como desfasadas, hoy en día como náufragos del desarrollo nos hemos convertidos en profetas de la sostenibilidad.
Ante la crisis del cambio climático se deben reconocer los crímenes de lesa naturaleza y crímenes de lesa humanidad, que han cometido los países del norte, sus instituciones financieras y sus gobiernos.
Por lo tanto los responsables de estos crímenes deben ser enjuiciados y reparar el daño ocasionado a nuestras comunidades.
Pero la reparación no debe ser entendida únicamente como resarcimiento económico, esta debe ser entendida como justicia climática, que nos permita salvar la madre tierra, por lo tanto deben detenerse los proyectos extractivos, los proyectos de explotación de los recursos, así mismo debe existir reconocimiento y respeto a nuestros derechos colectivos ancestrales, así como pleno resarcimiento de daños a los sectores mas vulnerables, como los pueblos indígenas, mujeres, desplazados ambientales, migrantes entre otros.
Nota
- Los impactos climáticos relacionados con la seguridad nacional en México y Centroamérica. ( ukinmexico.fco.gov.uk/resources/es/pdf/pdf1/rusi-report-spanish
La Ceiba, 1 de diciembre del 2010
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
La Ceiba, Atlántida,
Honduras
http://www.alainet.org/active/42713%26lang=es
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