Muy buenos días, amigas y amigos. Muy bienvenidos a México.
Señora Frances Seymour, Directora General de CIFOR. Muchísimas gracias por estar aquí, por organizar este Día Mundial de los Bosques en México, y particularmente en el marco de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático.
Estimada Mirna Cunningham, Vicepresidenta de la Iniciativa Indígena por la Paz.
Don Daniel Nepstad, Director del Programa Internacional del Instituto de Investigaciones de Medio Ambiente de Amazonas.
Señor Sha Zukang, Secretario General del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales.
Amigas y amigos del bosque:
Bienvenidos a México.
Me alegra mucho el poder acompañarlos este día, en la Inauguración de la IV Edición del Día Mundial de los Bosques, una de las plataformas más influyentes y, para mí, más importantes en este tema.
Quiero expresarles mi reconocimiento a todos los participantes y al principal promotor de este evento, el Centro de Investigación Forestal Internacional, a CIFOR. Mil gracias por estar en México.
Para nosotros es un orgullo que estén aquí, y como bien decía la señora Seymour, para mí es, además, un motivo de placer. Yo ojalá pudiera trabajar todos los días en materias que me gustan, eso es lo que pide uno.
Dicen que el trabajo es tan malo, que hasta pagan por hacerlo, pero si uno pudiera trabajar, precisamente, en esta materia, casi, si pudiera, pagaría por poderlo hacer. Efectivamente, es una materia que me gusta mucho.
Yo nací en un estado, en Michoacán, que tiene una gran vocación forestal; es ahí, por cierto, donde llega la Mariposa Monarca, desde los bosques de Canadá y hace un recorrido de miles de millas para llegar los inviernos. Está llegando en este momento al bosque de oyameles en el Oriente de mi estado.
Desde niño iba con mis hermanos a acampar al bosque que estaba cerca de mi ciudad, en la capital, y también desde niño veía con tristeza cómo íbamos perdiendo los bosques, como quemaban los bosques, cómo talaban los árboles.
Aprendí también de mi padre a amar la naturaleza. Él, curiosamente, aunque era un hombre muchísimo mayor que yo. Yo fui casi su nieto, porque cuando yo nací él tenía 51 años. Él de repente se involucró mucho en los 60 y los 70 en los temas ambientales, particularmente, a partir de la publicación de los documentos de Club de Roma, y todos aquellos documentos sobre nuestro futuro común, nuestro destino común, los límites del crecimiento.
Y desde niño aprendí y recibí de él un gran amor por la naturaleza. Cuando mi padre empezó a hablar, en aquellos años 70, de que algún día se acabaría la nieve de los volcanes mexicanos, que son un símbolo de identidad, y que se empezarían a derretir los polos, la verdad, sus amigos se burlaban de él y algunos, los más cercanos, lo veían con cierta conmiseración.
Se preguntaban si el problema de esclerosis que tenía ya le estaba perjudicando seriamente. Pero aprendí de él, efectivamente, a amar el bosque. Y de hecho, un pasatiempo que tengo yo, personalísimo, es plantar árboles, los planto cuando puedo; me alegra que vengan los tiempos de lluvia, porque que sé que llega la época y con mis amigos, con una carne asada, hemos plantado a lo largo de los años, ya van algunos miles en los lugares donde podemos.
Así que, le agradezco mucho, doctora, pero sí, efectivamente, para mí es un placer estar en el Día Mundial de los Bosques, en este marco y hablando de éste tema.
Yo sé, amigas y amigos, que las decisiones que van a tener, las discusiones van a hacer grandes aportaciones a la conservación y al aprovechamiento de los bosques, y al bienestar de cientos de millones de personas que los habitan y dependen de ellos.
Me gusta mucho el lema, además, de este evento: Es la hora de actuar. Y coincido totalmente, es la hora de actuar. Y una de las cosas que debemos hacer hoy, actuar aquí y ahora, es empujar, y empujar todos para que en el Marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se apruebe, se apruebe por primera vez la incorporación de los mecanismos de reducción de deforestación, los mecanismos de REDD Plus, se incorporen por primera vez en los mecanismos de cooperación de largo plazo, que sea un acuerdo de la COP16, que tenga el respaldo de todos los países y que desde ahora se canalicen fondos internacionales, para, como ustedes dicen, actuar, y actuar ahora, actuar ya en el combate al cambio climático, también desde el frente forestal.
Como sabemos, las emisiones de carbono, por lo menos, quizá una quinta parte de las mismas, provienen de este problema que la humanidad no ha enfrentado con seriedad. Es la hora de actuar, es la hora de incorporar los mecanismos de REDD a los mecanismos de largo plazo contra el cambio climático, y es la hora de colocar recursos para trabajar todos preservando nuestros bosques.
Estamos convencidos, amigas y amigos, de que la relación con la naturaleza ha llegado a un punto crítico. O cambiamos nuestra forma de vida para detener el cambio climático, o el cambio climático va a cambiar, a fuerza, nuestra forma de vida.
Ya este año, en México tuvimos serias consecuencias del cambio climático: inundaciones, sin precedentes, después de que el año pasado habíamos tenido la segunda peor sequía, en 60 años, este año tuvimos, entre junio y agosto, el año más lluvioso de toda la historia.
Aquí, en México, perdimos a 62 compatriotas que murieron a consecuencia de desastres naturales este año, pero en Guatemala murieron cientos, cientos más, en nuestro vecino Estado, el país de Guatemala, al que queremos entrañablemente.
En el mundo, como sabemos, cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques y selvas; un área que equivale a perder, cada año, toda la superficie de Inglaterra, en materia forestal.
Y, como sabemos, genera hasta la quinta parte del total de las emisiones de carbono que se producen en el mundo. Por eso es tan importante el papel que juega este foro, y por eso es tan importante que se incorporen los Mecanismos de REDD a los acuerdos globales contra el cambio climático, por primera vez en la historia de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas.
Qué bueno que, además, aquí este Día Mundial de los Bosques se oriente a definir acciones concretas que nos ayuden a conservar de manera efectiva los bosques en el largo plazo, fundamentalmente a través de estos mecanismos de reducción por deforestación y degradación; es decir, la Estrategia REDD Plus.
En México, amigas y amigos, tenemos un problema ancestral con los bosques. Nuestro país, y lo digo con mucho orgullo, es poseedor, quizá, de la cuarta mayor biodiversidad en todo el mundo. Somos un país de una enorme riqueza: en flora, en fauna, en bosques, en selvas, en desiertos, en el mar.
Y, sin embargo, hemos hecho un considerable daño a la naturaleza, alguna vez por políticas públicas específicas. Por ejemplo, ha sido un gran logro de México, en todo el Siglo XX, que se haya hecho el reparto agrario, fue un acto de justicia.
Sin embargo, el reparto agrario, quizá por razones, no sólo económicas y de justicia, sino también políticas, se perpetuó y durante siete décadas se siguió repartiendo, y repartiendo, y repartiendo la tierra. Y cuando ya no había latifundios por repartir, se comenzaron a repartir, también, los bosques y las selvas, para efectos de agricultura.
Y eso generó un daño importante y condenó a muchas comunidades indígenas y campesinas, por ejemplo, a seguir en la miseria y, también, a no darles otra alternativa más que talar el bosque o la selva que les habían dado.
Voy más allá. Todavía, en la década de los 80, a principios, todavía existía, como una poderosa agencia del Gobierno Federal, la Comisión de Desmonte; es decir, toda una agencia burocrática encargada de talar bosques y selvas, para abrir espacios a la agricultura.
Había un dicho de los políticos de entonces, que decía que sólo los caminos queden sin sembrar. Y la verdad, es que todo eso, que creo respondía a la cultura, o a la falta de conocimiento, o a la falta de cultura ambiental de la época, causó un enorme daño.
Y así, llegó México, por ejemplo, a lo datos que mencionaba el Secretario Juan Elvira.
En la década de los 90, todavía en México perdíamos, de acuerdo con la FAO, 350 mil hectáreas por año, de los más o menos 60 millones de hectáreas que tenemos. 350 mil hectáreas por año era nuestra tasa de deforestación.
Sin embargo, de acuerdo con la propia FAO, en los últimos cinco años, México ha reducido, de 355 mil hectáreas por año, de deforestación, a 155 mil hectáreas por año de deforestación; es decir, a menos de la mitad.
Y también, tengo una buena noticia, que me comentaba hace un momento, el Director de CONAFOR. El pronóstico para este año, 2010, que cierra, es quizá, de deforestación, de 128 mil hectáreas, nada más, respecto de las 355 mil que perdíamos cada año, hace una década.
Y, por supuesto, el Gobierno de México está decidido a llegar a la cifra mágica, a la cifra cero de hectáreas netas de deforestación en el país, para empezar, en la próxima década, a crecer nuevamente nuestra superficie forestal de bosques y de selvas.
Sé que lo podemos lograr. Sé que lo podemos lograr, si ponemos políticas públicas adecuadas.
Cuales son las políticas públicas adecuadas. Creo que los mecanismos de REDD Plus las están poniendo muy claro.
Primero. Conciliar mitigación y desarrollo económico. Si bien es cierto, que hay una gran voluntad de todos los países de avanzar en los temas de cambio climático. Yo me pregunto, si todos estamos tan conscientes del problema, por qué no hemos dado un paso serio para poder resolverlo.
El problema medular, amigas y amigos, después de haber participado en muchos foros, de haber escuchado muchas voces, de haber oído muchos Presidentes y Primeros Ministros, es éste: No hemos resuelto el dilema que implica, en la opinión de los políticos y tomadores de decisiones, el problema. Y hay un dilema, que es, lo que yo pienso, que es un falso dilema, por cierto, de que: O se combate el cambio climático o se combate la miseria. Y los países en desarrollo dicen: Bueno, nosotros, el caso de México, tenemos mucha miseria, no tenemos tiempo, no tenemos recursos para combatir el cambio climático, otro día lo haremos, mientras combatimos la miseria.
Pero la clave, amigas y amigos, es que sepamos cerrar las dos brechas al mismo tiempo, no sólo la brecha entre el hombre y la naturaleza, sino también la brecha entre riqueza y pobreza. Y eso, precisamente, lo podemos hacer si ponemos políticas públicas adecuadas en materia forestal, entre muchas otras cosas. Pero en materia forestal, para que al mismo tiempo que protegemos y recuperamos bosques, también les estemos dando ingresos a la gente más pobre, que en el caso de México vive ahí. 13 millones de personas habitan en los bosques y selvas mexicanos, son en su mayoría indígenas, y están viviendo en su mayoría en la miseria.
Qué podemos hacer, precisamente, lo que trata de hacer en una de sus vertientes ProÁrbol y que afirma los mecanismos de REDD, que es conciliar mitigación con desarrollo económico: mitigación con ingreso para los habitantes más pobres.
La parte que estamos haciendo, de Pago de Servicios Ambientales de ProÁrbol, por ejemplo, que es un mecanismo que, además, yo lo vi implementado y exitoso en Costa Rica, tampoco estamos queriendo inventar el agua tibia.
Nos permite que a esos indígenas, que durante décadas o quizás siglos, no tuvieron otra oportunidad para sobrevivir y mal, que talando el bosque o la selva, que nosotros les paguemos el servicio ambiental que nos da el que preserven en alto los bosques y las selvas a toda la humanidad, a toda la comunidad, y que ese sea un ingreso digno, o por lo menos una parte de un ingreso digno para los indígenas.
Cuánto está pagando ProÁrbol, por ejemplo.
ProÁrbol está pagando, en este momento, entre 30 dólares por hectárea por año y más de 100 dólares por hectárea por año, dependiendo de aquellas zonas que tienen mucho mayor vulnerabilidad ambiental.
Por ejemplo, alrededor de esta zona, que tiene mucha presión de desarrollo, que amenaza, digamos, la selva mediana perennifolia, que prevalece en la Península de Yucatán, espero que quienes llegaron por avión hayan podido ver la magnífica planicie forestal que es esta Península.
Aquí llegamos a pagar, por ejemplo, alrededor, para evitar que talen la selva media, hasta 100 dólares por hectárea por año, un poco menos, con tal de que el dueño evite talar.
Otra cosa muy importante es, que creo que ha sido clave en el avance en el proyecto forestal, es incorporar a las comunidades campesinas o indígenas a proyectos productivos rentables asociados al bosque. Es darle la asesoría técnica y el acompañamiento organizacional para que ellos puedan explotar racionalmente sus bosques, con una perspectiva de largo plazo que permita, no sólo su preservación, sino su acrecentamiento.
Entonces. El primer punto es conciliar mitigación y desarrollo económico. Combatir, sí, la deforestación y, en consecuencia, el cambio climático, pero al mismo tiempo combatir la pobreza en la que vive la gente que está en esas comunidades.
Yo estoy tratando de hacer un esfuerzo enorme para persuadir muchas veces a esas comunidades. Por ejemplo, cuando voy de gira y les pregunto a los indígenas, que durante décadas han aprendido, varias generaciones, a talar el bosque o la selva y a sembrar en la ladera de los cerros, maíz para subsistir, les pregunto: Cuánto sacas en esta hectárea, que está deforestada, de maíz.
Entonces, me dice: No sé, la usamos nada más para comer.
Le digo: Mira, yo calculo que, quizá, cuando mucho, cuando mucho, puedas sacar una tonelada de maíz al año si bien te va; es decir, que vale más o menos 20 dólares, en el mejor de los casos, en el mercado, 200 dólares, perdón.
Pero esa tonelada de maíz no te sirve exactamente para la labor que tú estás haciendo, porque tienes que descontar el abono. Yo prefiero pagarte una parte de esa tonelada de maíz.
Y me estoy equivocando, además, en las cifras. En ProÁrbol estamos pagando entre 300 dólares y mil dólares por hectárea, más o menos.
Entonces, lo que estamos haciendo es sustituyéndole a ese campesino el ingreso que recibe. Lo voy a decir en pesos, mejor. Entre 360 pesos y mil pesos por hectárea. Muy bien. Sí estaba bien lo anterior: 30 y 100 dólares.
Le estamos tratando de pagar a ese campesino el ingreso que deja de recibir por el maíz, a cambio de que nos permita que se encargue nuevamente de preservar esa superficie forestal.
El segundo tema, es crear incentivos para erradicar la tala ilegal y evitar los mecanismos de corrupción. En este sentido, se requiere, también, financiamiento importante para un manejo responsable del bosque y para castigar a las organizaciones que se dedican, precisamente, a talar los bosques, y cerrar esos ambientes de impunidad.
El tercer tema, es garantizar el monitoreo y el reporte y verificación de la aplicación de los Mecanismos de REDD. Eso qué significa. Para que los países que participan en este esquema puedan tener acceso a los apoyos, al Mecanismo de REDD, necesitamos sistemas confiables de medición. Quizá aquí, es uno de los mayores que tenemos nosotros en ProÁrbol: cómo medir la eficacia del esfuerzo que estamos haciendo.
Una parte, por ejemplo, es a través de los mecanismos tecnológicos. Tenemos un sistema muy avanzado, a través de la Comisión Nacional de Biodiversidad, que preside aquí el doctor Sarukhán, aquí presente.
Por cierto, aquí, en la Península de Yucatán tiene, como a unas cuatro horas, aquí, de Cancún, una gran antena satelital, el Centro de Información Remota, de CONABIO, con lo cual monitoreamos permanentemente, satelitalmente, el comportamiento de los bosques: incendios forestales, cambios de uso de suelo, deforestación, o tala, y tratamos de actuar en consecuencia. Es un mecanismo vital para poder actuar a tiempo y evitar la deforestación.
Pero necesitamos un monitoreo en tierra. Uno de los retos que tenemos es que ProÁrbol, por ejemplo, aún no ha podido aterrizar a pequeños propietarios; es decir, gente que tiene menos de una hectárea. Por la escala que implica el trabajo operativo de llevar el ProÁrbol, no lo hemos podido llevar ahí.
Yo he insistido, y hoy insisto, con las Organizaciones No Gubernamentales en México, que nos ayuden a aplicar, y a supervisar la correcta aplicación de los recursos de ProÁrbol, precisamente con esos campesinos más pobres.
Cuando tenemos ejidatarios que tienen mil hectáreas, la operatividad del Programa es mucho más fácil; pero si tenemos un campesino que tiene media hectárea, que, por supuesto, recibiría más dinero de ProÁrbol, que del maíz que mal saca de ahí, no podemos llegarle eficazmente, porque no tenemos la capacidad de despliegue operativo
Y finalmente, cuarto. Es el incremento en los recursos destinados, precisamente, a las áreas forestales.
Yo recuerdo, hace 10 años, México gastaba más o menos, eran 300 millones de pesos, más o menos 30 millones de dólares al año, en Presupuesto Forestal.
Nosotros, el año pasado llegamos como a 500 millones de dólares ya el Presupuesto 2010, destinado, precisamente, a las labores forestales y este año, 2011, en el Presupuesto que ya se aprobó, logramos que el Congreso nos aprobara, ya no los 500 millones de dólares, sino 620 millones de dólares para el 2011. Y seguiremos empujando para que crezca este Presupuesto.
Por otra parte, estamos ampliando la cobertura de áreas protegidas. Nosotros hemos llegado con ProÁrbol, con el sistema de pagos ambientales, a incorporar hasta 2.2 millones de hectáreas con sistema de pagos ambientales. Es, probablemente, una de las mayores superficies, si no la mayor, sí una de las más grandes en el mundo, con Pago de Servicios Ambientales; 2.2 millones de hectáreas, que equivale a una superficie, tan grande como es todo el territorio de El Salvador. En fin.
Amigas y amigos:
Estamos trabajando intensamente en México. En tres años, además, hemos reforestado más de un millón de hectáreas en el marco de estos programas, y seguimos avanzando más.
Sé que no es fácil. Sé que requiere una enorme complejidad, pero estamos trabajando en ello.
Finalmente, quiero aprovechar la oportunidad para agradecer al Banco Mundial, a su Presidente Robert Zoellick, por ejemplo, porque también el Banco Mundial ha aprobado un crédito de 700 millones de dólares que está destinado a incrementar la energía renovable, la vivienda sustentable y también estamos orientando esos recursos ahora al manejo forestal sustentable.
Estamos decididos, amigas y amigos, a cuidar nuestros bosques, a cuidar nuestros bosques y selvas. Yo los invito, además, ahora que tengan un receso, o cuando termine esta reunión, esta convención, a que se den una vuelta y que conozcan la selva mediana aquí, en Yucatán.
Yo, por ejemplo, les recomendaría que fueran, o a la Reserva de Sian Ka’an, que está al sur del estado, o antes, aprovechen y vayan a ver una de las ruinas arqueológicas más elevadas de la Península, y quizá de las que hemos podido desarrollar menos, pero todavía está muy virgen, digámoslo así, que es Cobá. Que está, digamos, pasando Tulúm, hacia adentro de la Península.
Y en Cobá podrán contemplar no sólo la grandeza de los mayas, sino también nuestra selva tropical mediana perennifolia, que está como abrazando aquellas pirámides milenarias.
Así que bienvenidos a México, amigas y amigos.
Ojalá de sus deliberaciones, de su intercambio de experiencias, podamos aprender todos.
Pero sí quiero invitarlos, finalmente, para que empujemos y empujemos fuerte, porque uno de los mejores resultados de la Conferencia de las Partes, de la COP16, uno de los mejores resultados que podríamos esperar es la incorporación de los mecanismos de REDD Plus a los acuerdos de cooperación de largo plazo.
Es hacer obligatorio ya el compromiso de naciones de apoyar el combate a las emisiones, a través del apoyo a los programas forestales, que reducen la deforestación y la degradación de los suelos.
Yo creo que eso será muy probable que lo logremos, pero será importante, entre todos, empujar a los negociadores para que no sean las posiciones, que no sean las radicalizadas o maximalistas las que puedan cancelar la posibilidad de acuerdos concretos, aquí y ahora.
Yo en eso coincido ahora, en lo que ustedes dicen y por lo que están aquí. Es la hora de actuar, y a México le ha quedado muy claro. En materia de bosques y selvas, es la hora de actuar y estamos actuando.
Muchas gracias.
Bienvenidos a México.
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